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Sabbath Bible Lessons

“Dios Con Nosotros”

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Lección 6 Sábado, 6 de agosto de 2011

Participantes de la Naturaleza Divina

“Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio” (Hebreos 3:14).

“En su amor infinito [Dios] ha concedido a los hombres el privilegio de llegar a ser participantes de la naturaleza divina.”—Consejos Sobre Mayordomía Cristiana, pág. 26.

Lectura adicional:   El Deseado de Todas las Gentes, págs. 143–148.  

Domingo 31 de julio

1. LA GLORIA DE LA ANTIGUA DISPENSACIÓN

a. ¿Qué deberíamos aprender del modo en que Moisés se hizo participante de la naturaleza divina? Éxodo 33:18–20; 34:4–8, 28, 35; 2 Corintios 3:18.

“Muchos de nuestros hermanos y hermanas no disciernen las maravillosas cosas que deben ser vistas en la ley de Dios. No han contemplado aquello que fue revelado a Moisés....

“A Moisés, le fue revelado el carácter de Dios bien como su gloria. De igual forma, contemplamos la gloria de Cristo mediante la contemplación de su carácter.”—Manuscript Releases, tomo 9, pág. 296.

“Tanto la luz celestial que brota del Calvario como la gloria de la ley de Dios, [era] lo que hacía fulgurar el rostro de Moisés.”—Patriarcas y Profetas, pág. 341.

b. ¿Por qué el pueblo se atemorizó con el rostro de Moisés? Éxodo 34:30.

“[Los hijos de Israel] no podían soportar la luz celestial, que, si hubieran obedecido a Dios, los habría llenado gozo. En la culpabilidad hay temor. En cambio, el alma libre de pecado no quiere apartarse de la luz del cielo.”—Ídem.


Lunes 1 de agosto

2. LA GLORIA DE LA NUEVA DISPENSACIÓN

a. ¿Cómo debemos compartir la experiencia de Moisés, haciéndonos participantes de Cristo? Hebreos 3:14; Filipenses 2:5; 1 Corintios 2:16 (última parte).

“La gloria reflejada en el semblante de Moisés representa las bendiciones que, por medio de Cristo, ha de recibir el pueblo que observa los mandamientos de Dios. Atestigua que cuanto más estrecha sea nuestra comunión con Dios, y cuanto más claro sea nuestro conocimiento de sus requerimientos, tanto más plenamente seremos transfigurados a su imagen, y tanto más pronto llegaremos a ser participantes de la naturaleza divina.”—Patriarcas y Profetas, pág. 341.

b. ¿Cuál será el resultado cuando contemplemos la gloria del Señor? 2 Corintios 3:18; 4:6.

“Millares han puesto al Señor delante de sí, y contemplándolo han sido transformados a su misma imagen.”—Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 104.

“Es el pecado lo que entenebrece nuestras mentes y opaca nuestras percepciones. Según se va eliminando el pecado de nuestros corazones, la luz del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo que ilumina su Palabra y se refleja en la faz de la naturaleza, más y más lo declarará ser “misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad” Éxodo 34:6.

“En su luz veremos nosotros la luz, hasta que mente, corazón y alma sean transformados a la imagen de su santidad....

“Mientras más contemplamos su bondad, su misericordia y su amor, más clara se hará la percepción de la verdad; y más sublime y santo el deseo por la pureza del corazón y la claridad del pensamiento.... La verdad es tan inmensa, de tan largo alcance, tan profunda y amplia, que en ella se pierde de vista el yo. El corazón se enternece y se somete a la humildad, la bondad y el amor.”—Testimonios para la Iglesia, tomo 8, págs. 335, 336.

c. ¿Cómo esta experiencia será vista con fuerza especial en los últimos días? Apocalipsis 18:1.

“Vendrán siervos de Dios con semblantes iluminados y resplandecientes de santa consagración, y se apresurarán de lugar en lugar para proclamar [la gran obra evangélica del] mensaje celestial.”—El Conflicto de los Siglos, pág. 670.


Martes 2 de agosto

3. LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO EN NOSOTROS

a. Dé ejemplos prácticos que muestren cómo debemos contemplar la gloria de Cristo. Colosenses 3:1, 2; Filipenses 4:8. Cuando nuestra mente permanece en el Señor, ¿cómo obra el Espíritu Santo en nosotros?

“El Espíritu Santo, el Consolador, el que Jesús dijo que enviaría al mundo, es el que transforma nuestro carácter a la imagen de Cristo; y cuando esto se realiza reflejamos, como un espejo, la gloria del Señor. Es decir, que el carácter de quien así contempla a Cristo es tan semejante al de Él, que quien lo observe ve el carácter de Cristo brillando como en un espejo. Sin que lo notemos, somos cambiados día tras día de nuestros caminos y nuestra voluntad a los caminos y la voluntad de Cristo, en la hermosura de su carácter. Así crecemos en Cristo e inconscientemente reflejamos su imagen.”—En Lugares Celestiales, pág. 337.

b. ¿Qué hace el Espíritu Santo en nosotros con nuestro consentimiento y cooperación? Romanos 8:11–13; 2 Tesalonicenses 2:13.

“La santificación del alma por la obra del Espíritu Santo es la implantación de la naturaleza de Cristo en la humanidad. La religión del Evangelio es Cristo en la vida—un principio vivo y activo. Es la gracia de Cristo revelada en el carácter y desarrollada en las buenas obras. Los principios del Evangelio no pueden separarse de ninguna fase de la vida práctica. Todo aspecto de la vida y de la labor cristianas debe ser una representación de la vida de Cristo.”—Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 316.

“La obra de ganar la salvación es una operación mancomunada. Debe haber cooperación entre Dios y el pecador arrepentido. Es necesaria para la formación de principios rectos de carácter. El hombre debe hacer fervientes esfuerzos para vencer lo que le impide obtener la perfección. Pero depende enteramente de Dios para alcanzar el éxito. Los esfuerzos humanos, por sí solos, son insuficientes. Sin la ayuda del poder divino, no se conseguirá nada. Dios obra y el hombre obra. La resistencia a la tentación debe venir del hombre, quien debe obtener su poder de Dios.”—Los Hechos de los Apóstoles, pág. 384.


Miércoles 3 de agosto

4. ¿QUÉ ES LA VERDAD?

a. ¿Qué es la verdad por la cual somos santificados? Juan 14:6; 17:17, 19; Salmo 119:142.

“Cristo, su carácter y su obra, es el centro y la circunferencia de toda verdad. Él es la cadena a la cual están unidas las joyas de la doctrina. En Él se encuentra todo el sistema de la verdad.

“Los que andan en obediencia sabrán qué es la verdad.... Para conocer la verdad, debemos estar dispuestos a obedecerla. Aquellos cuyos afectos están colocados en el mundo, no están dispuestos a dejar sus planes por los planes de Cristo. Caminan en la oscuridad, sin saber hacia dónde van.

“La preciosa luz de la verdad brilla en el sendero de todo el que la busca.”—Nuestra Elevada Vocación, pág. 18.

“Dios extiende su mano para alcanzar la mano de nuestra fe y dirigirla a asirse de la divinidad de Cristo, a fin de que nuestro carácter pueda alcanzar la perfección.

“Y Cristo nos ha mostrado cómo puede lograrse esto. ¿Por medio de qué venció Él en el conflicto con Satanás? Por la Palabra de Dios.”—El Deseado de Todas las Gentes, pág. 99.

c. ¿Cómo viene Cristo ante nosotros (con la ley de Dios o sin ella)? Salmo 40:7, 8. ¿Y qué exige Él de nosotros? Lucas 11:28; Mateo 22:36–40; Hebreos 5:9.

“La ley demanda perfecta obediencia. ‘Cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos’ (Santiago 2:10). No puede ser quebrantado ninguno de los diez preceptos sin que haya deslealtad al Dios del cielo. La mínima desviación de sus requerimientos, por descuido o transgresión voluntaria, es pecado, y cada pecado expone al pecador a la ira de Dios. La obediencia era la única condición por la que el antiguo Israel había de recibir el cumplimiento de las promesas que lo convirtieran en el pueblo grandemente favorecido por Dios, y la obediencia a esa ley traerá tan grandes bendiciones a los individuos y a las naciones hoy día como las que hubiera traído a los hebreos.

“Es esencial la obediencia a la ley, no sólo para nuestra salvación, sino para nuestra felicidad y para la felicidad de aquellos con quienes nos relacionamos.”—Mensajes Selectos, tomo 1, págs. 255, 256.


Jueves 4 de agosto

5. VICTORIA SOBRE EL MUNDO, LA CARNE Y EL DIABLO

a. Con la ley de Dios en su corazón (Salmo 40:8; Juan 15:10), ¿cómo enfrentó Cristo al tentador? Juan 14:30.

“No había en Él [Jesús] nada que respondiera a los sofismas de Satanás. Él no consintió en pecar. Ni siquiera por un pensamiento cedió a la tentación. Así también podemos hacer nosotros.”—El Deseado de Todas las Gentes, pág. 98.

b. Unidos con Cristo (Juan 15:4; 1 Juan 3:24), con la ley de Dios en nuestro corazón (Hebreos 8:10), ¿cómo somos habilitados para resistir la tentación? Santiago 4:7.

“El hombre debe trabajar con su poder humano, ayudado con el poder divino de Cristo, para resistir y vencer a cualquier costo. En otras palabras, el hombre debe vencer tal como Cristo venció. Y luego, por medio de la victoria que es privilegio suyo lograr por el nombre todopoderoso de Jesús, él puede llegar a ser un heredero de Dios y coheredero con Cristo Jesús. No podría ser éste el caso si sólo Cristo ganara todas las victorias. El hombre debe hacer su parte; puede vencer por su propio esfuerzo, usando la fortaleza y la gracia que Cristo le concede.”—Testimonios para la Iglesia, tomo 4, pág. 36.

c. ¿Qué revela nuestra unión con Cristo? Gálatas 5:22–25; Romanos 8:3, 4. Entonces, ¿qué promesa nos pertenece? Romanos 8:16, 17.

“Los que vencen el mundo, la carne y el diablo, serán los favorecidos que reciban el sello del Dios vivo.”—Testimonios para los Ministros, pág. 452.


Viernes 5 de agosto

PREGUNTAS DE REPASO PERSONAL

1. ¿Cuándo y cómo fue manifestada la presencia divina a través de Moisés?

2. ¿Cómo será repetida la experiencia de Moisés durante la lluvia tardía?

3. ¿Qué manifestaremos si estamos imbuidos del Espíritu Santo?

4. ¿Dónde muestran las Escrituras que nadie puede aceptar realmente a Cristo si rechaza su ley o aceptar realmente su ley y rechazarlo?

5. ¿Qué evidencias convencen a los demás de que el Espíritu de Cristo vive en nosotros?

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