Queridos hermanos y hermanas en todo el mundo:
Reciban los saludos cordiales cristianos con las siguientes palabras inspiradas: « ’Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora nos está más cerca nuestra salud que cuando creímos. La noche ha pasado, y ha llegado el día: echemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de luz, Mas vestíos del Señor Jesucristo, y no hagáis caso de la carne en sus deseos’ (Romanos 13: 11-12, 14).»
Recientemente tuve el privilegio de visitar algunos de nuestros pioneros ancianos con quienes pasé un tiempo muy productivo. Uno de ellos me dijo: «Hermano Silva, cada atardecer que vemos es una señal de que la venida del Señor está más cerca». Cuandos nos postramos para orar, nos dimos cuenta que la esperanza principal de ese hermano es el traslado que sucederá en la venida de Cristo.
De acuerdo a las palabras inspiradas de Pablo que se mencionan arriba, esta es la hora para levantarnos del sueño, porque luego él explica la razón: «ahora nuestra salvación está más cerca que cuando creímos».
Cuando consideramos la condición real de nuestro mundo que está lleno de violencia, corrupción en todos los aspectos de la vida, enfermedaes, crisis familiares, vemos que las profecías se están cumpliendo rápidamente.
¿Y cuál es nuestra condición espiritual como individuos, familias e iglesia? ¿Qué cosas tenemos en nuestra mente? ¿Es la Biblia el libro que le damos nuestra atención con seriedad? ¿Qué hay de nuestras conversaciones? ¿Hablamos sobre temas celestiales? o ¿nos preocupan más nuestras propias casas, nuestro vehículo, nuestro negocio? Cristo dijo en Su sermón en la montaña: « ‘Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas [comida, ropa, etc.] os serán añadidas’.(Mateo 6:33).»
Durante el asño 2016, ¿en qué tipo de prioridades nos concentramos? ¿cuáles serán nuestras prioridades tan pronto como comience el nuevo año?
Tengamos presente que necesitamos estar listos cada día para la venida de Cristo. No podemos posponer nuestra preparación y esperar que en el futuro estaremos listos; nuestra preparación es ahora.
En el capítulo 3 del libro de Hebreos leemos las solemnes palabras: « ’Mirad, hermanos, que en ninguno de vosotros haya corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo: Antes exhortaos los unos á los otros cada día, entre tanto que se dice Hoy; porque ninguno de vosotros se endurezca con engaño de pecado: Porque participantes de Cristo somos hechos, con tal que conservemos firme hasta el fin el principio de nuestra confianza; entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación’ (Versículos 12 al 15).»
Pablo declaró cuando escribió a los creyentes de Colosas: « ‘Si habéis pues resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado á la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque muertos sois, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifestare, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria’ (Versículos 1 al 4).»
¿Podemos saber la realidad de nuestra propia vida espiritual? Sí, podemos.
En el capítulo 7 "Cómo lograr una magnífica renovación" del maravilloso libro "Camino a Cristo" encontramos un diagnóstico muy práctico sobre nuestra condición espiritual:
«Aunque la obra del Espíritu es silenciosa e imperceptible, sus efectos son manifiestos. Cuando el corazón ha sido renovado por el Espíritu de Dios, el hecho se revela en la vida. Si bien no podemos hacer cosa alguna para cambiar nuestro corazón, ni para ponernos en armonía con Dios; si bien no debemos confiar para nada en nosotros mismos ni en nuestras buenas obras, nuestra vida demostrará si la gracia de Dios mora en nosotros. Se notará un cambio en el carácter, en las costumbres y ocupaciones. El contraste entre lo que eran antes y lo que son ahora será muy claro e inequívoco. El carácter se da a conocer, no por las obras buenas o malas que de vez en cuando se ejecuten, sino por la tendencia de las palabras y de los actos habituales en la vida diaria.
Es cierto que puede haber una conducta externa correcta sin el poder renovador de Cristo. El amor a la influencia y el deseo de ser estimado por los demás pueden producir una vida bien ordenada. El respeto propio puede impulsarnos a evitar las apariencias de mal. Un corazón egoísta puede realizar actos de generosidad. ¿De qué medio nos valdremos, entonces, para saber de parte de quién estamos?
¿Quién posee nuestro corazón? ¿Con quién están nuestros pensamientos? ¿De quién nos gusta hablar? ¿Para quién son nuestros más ardientes afectos y nuestras mejores energías? Si somos de Cristo, nuestros pensamientos están con El y le dedicamos nuestras más gratas reflexiones. Le hemos consagrado todo lo que tenemos y somos. Anhelamos ser semejantes a El, tener su Espíritu, hacer su voluntad y agradarle en todo.
Los que llegan a ser nuevas criaturas en Cristo Jesús producen los frutos de su Espíritu: “amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza.” Gálatas 5:22, 23. Ya no se conforman con las concupiscencias anteriores, sino que por la fe siguen las pisadas del Hijo de Dios, reflejan su carácter y se purifican a sí mismos como El es puro. Aman ahora las cosas que en un tiempo aborrecían, y aborrecen las cosas que en otro tiempo amaban. El que era orgulloso y dominador es ahora manso y humilde de corazón. El que antes era vano y altanero, es ahora serio y discreto. El que antes era borracho, es ahora sobrio y el que era libertino, puro. Han dejado las costumbres y modas vanas del mundo. Los cristianos no buscan “el adorno exterior,” sino que “sea adornado el hombre interior del corazón, con la ropa imperecedera de un espíritu manso y sosegado.” 1 Pedro 3:3, 4.
No hay evidencia de arrepentimiento verdadero cuando no se produce una reforma en la vida. Si restituye la prenda, devuelve lo que haya robado, confiesa sus pecados y ama a Dios y a su prójimo, el pecador puede estar seguro de que pasó de muerte a vida.
Cuando vamos a Cristo como seres errados y pecaminosos, y nos hacemos participantes de su gracia perdonadora, el amor brota en nuestro corazón. Toda carga resulta ligera, porque el yugo de Cristo es suave. Nuestros deberes se vuelven delicias y los sacrificios un placer. Nuestros deberes se vuelven delicias y los sacrificios un placer. El sendero que antes nos parecía cubierto de tinieblas brilla ahora con los rayos del Sol de justicia.» El Camino a Cristo, págs. 57-59.
Ahora que sabemos nuestra condición real y somos conscientes de lo que Dios espera de Sus amados hijos, ¿cuál es nuestra meta para el nuevo año? En realidad necesitamos apartar tiempo para estudiar la palabra de Dios, meditar y orar. Nuestros hogares necesitan ser una casa de oración, un Betel, si deseamos estar con nuestra familia en el hogar celestial por la eternidad. Tomemos la posición de Josué cuando declaró: « ‘...pero yo y mi casa serviremos a Jehová’ (Josué 24:15).»
Deseo que todos nuestros hermanos y hermanas un año nuevo y bendecido, ¡lleno de la gracia de Dios!
Cordialmente en Cristo Jesús,
Davi Paes Silva