Prefacio
Antes de que la raza humana hubiera existido, una sabia y bienhechora Deidad hizo un plan mediante el cual podríamos obtener el privilegio de disfrutar la vida eterna en su paraíso de dicha. En caso de que los seres humanos– la obra culminante de la creación de Dios– llegaran a sucumbir ante el tentador y cayeran en el pecado, podrían ser redimidos y restaurados a la pureza y santidad. Cuando la trágica caída de nuestros primeros padres se hizo realidad, “la Divinidad se conmovió de piedad por la humanidad, y el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se dieron a sí mismos a la obra de formar un plan de redención” (The Review and Herald, 2 de mayo de 1912).
A lo largo de la historia de la humanidad, este plan ha sido la llave para la entrada de los seres humanos en las cortes celestiales. Aunque millones han pasado al sueño de la muerte, su recompensa es, no obstante, segura. La trompeta en breve tocará y los que han obedecido fielmente el plan de Dios serán resucitados, por su poder, a la vida eterna. Aun para los que mueren, una cosa es cierta: Cristo ha provisto completamente los medios. “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).
Es una asombrosa lección la que estudiaremos en este trimestre, a medida que veamos lo que el Señor ha hecho A Fin de Que Pudiera Vivir. Desgraciadamente, vivimos hoy en una época cuando mucha gente siente que de algún modo tiene automáticamente derecho de entrar en el cielo, sin tener en cuenta sus creencias o su elección de estilo de vida. La mayoría intenta desviarse del camino de Dios y presume de desarrollar sus propias teorías acerca de cómo esperan llegar al paraíso. La Biblia nos dice: “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos” (Jeremías 6:16).
Pero para los que buscan genuinamente la voluntad de Dios y su camino, ¿dónde están estas sendas antiguas? ¿Cuál es el único plan de redención verdaderamente aprobado por el Cielo? Aunque muchos pueden afirmar que poseen la religión más próspera, antigua, mejor establecida o políticamente acertada, una mera profesión no significa nada a la vista de un Dios santo. Una relación viviente con el Creador, aquí y ahora, es el único camino hacia la vida. La Palabra inspirada explica que “esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3).
De este modo, desde los albores de la humanidad hasta la hora del juicio final de un planeta condenado, sólo una pequeña minoría de fieles hombres, mujeres y niños en todo el mundo ha estado peregrinando en el camino angosto del auténtico plan de redención de Dios. Y durante los próximos tres meses, al estudiar con oración estas Lecciones Bíblicas Sabáticas, ¡unámonos sinceramente a ellos haciendo planes para el paraíso!