Domingo
15 de abril
1. LA PROMESA DE DIOS
a. ¿Qué promesa ha repetido Dios muchas veces? Génesis 12:3; 22:18; 28:14; Gálatas 3:8, 16.
“No sólo cuando vino el Salvador, sino a través de todos los siglos después de la caída del hombre y de la promesa de la redención, ‘Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo a sí’ (2 Corintios 5:19). Cristo era el fundamento y el centro del sistema de sacrificios, tanto en la era patriarcal como en la judía. Desde que pecaron nuestros primeros padres, no ha habido comunicación directa entre Dios y el hombre. . . . Toda comunicación entre el cielo y la raza caída se ha hecho por medio de Cristo. Fue el Hijo de Dios quien dio a nuestros primeros padres la promesa de la redención. Fue Él quien se reveló a los patriarcas. Adán, Noé, Abrahán, Isaac, Jacob y Moisés comprendieron el Evangelio. Buscaron la salvación por medio del Substituto y Garante del ser humano. Estos santos varones de antaño comulgaron con el Salvador que iba a venir al mundo en carne humana.”–Patriarcas y Profetas, págs. 381, 382.
b. ¿Cómo llama la Biblia a la promesa de Dios de enviar a su Hijo al mundo, y cómo se cumplió la promesa? Isaías 61:1; Lucas 4:18, 21.
“El evangelio predicado a Adán, Noé, Abrahán y Moisés significó buenas nuevas para ellos; porque su fe aceptó la llegada del Salvador.”–The Signs of the Times, 7 de agosto de 1879.
Lunes
16 de abril
2. CAÍN Y ABEL
a. ¿Cómo Abel fue bendecido, aceptado y justificado a través del evangelio? Hebreos 11:4.
“‘Por la fe Abel ofreció a Dios mayor sacrificio que Caín’ (Hebreos 11:4). Abel comprendía los grandes principios de la redención. Veía que era pecador, y que el pecado y su pena de muerte se interponían entre su alma y la comunión con Dios. Trajo la víctima inmolada, la vida sacrificada, y así reconoció las demandas de la ley que había sido quebrantada. En la sangre derramada contempló el futuro sacrificio, a Cristo muriendo en la cruz del Calvario; y al confiar en la expiación que iba a realizarse allí, obtuvo testimonio de que era justo, y de que su ofrenda había sido aceptada.”–Patriarcas y Profetas, págs. 59, 60.
b. ¿Cómo perdió Caín el derecho a las bendiciones y la aceptación del evangelio, y por qué? Génesis 4:3, 5.
“Caín se presentó a Dios con murmuración e incredulidad en el corazón tocante al sacrificio prometido y a la necesidad de las ofrendas expiatorias. Su ofrenda no expresó arrepentimiento del pecado. Creía, como muchos creen ahora, que seguir exactamente el plan indicado por Dios y confiar enteramente en el sacrificio del Salvador prometido para obtener salvación, sería una muestra de debilidad. Prefirió depender de sí mismo. Se presentó confiando en sus propios méritos. No traería el cordero para mezclar su sangre con su ofrenda, sino que presentaría sus frutos, el producto de su trabajo. Presentó su ofrenda como un favor que hacía a Dios, para conseguir la aprobación divina. Caín obedeció al construir el altar, obedeció al traer una ofrenda, pero rindió una obediencia sólo parcial. Omitió lo esencial, el reconocimiento de que necesitaba un Salvador.
“En lo que se refiere al nacimiento y a la educación religiosa, estos hermanos eran iguales. Ambos era pecadores, y ambos reconocían que Dios demandaba reverencia y adoración. En su apariencia exterior, su religión era la misma hasta cierto punto; pero más allá de esto, la diferencia entre los dos era grande.”–Patriarcas y Profetas, pág. 59. [Cursivas originales.]
Martes
17 de abril
3. DOS CLASES DE ADORADORES
a. ¿Qué dos clases de adoradores representan Caín y Abel? ¿Cómo las dos etapas en la vida de Pablo ilustran la diferencia entre estas dos clases? Filipenses 3:4–9.
“Caín y Abel representan dos clases de personas que existirán en el mundo hasta el fin del tiempo. Una clase se acoge al sacrificio indicado; la otra se aventura a depender de sus propios méritos; el sacrificio de éstos no posee la virtud de la divina intervención y, por lo tanto, no puede llevar al hombre al favor de Dios. Sólo por los méritos de Jesús son perdonadas nuestras transgresiones. Los que creen que no necesitan la sangre de Cristo, y que pueden obtener el favor de Dios por sus propias obras sin que medie la divina gracia, están cometiendo el mismo error que Caín. Si no aceptan la sangre purificadora, están bajo condenación. No hay otro medio por el cual puedan ser librados del dominio del pecado.”–Patriarcas y Profetas, pág. 60.
b. ¿Qué lección deberíamos aprender de los delantales de hojas de higuera de nuestros primeros padres y de la ofrenda de Caín? Génesis 3:7; Judas 11 (primera parte). ¿Qué principios son la base de la creencia y práctica de los que no cumplen con el verdadero evangelio?
“La clase de adoradores que sigue el ejemplo de Caín abarca la mayor parte del mundo; pues casi todas las religiones falsas se basan en el mismo principio, a saber que el hombre puede depender de sus propios esfuerzos para salvarse. Afirman algunos que la humanidad no necesita redención, sino desarrollo, y que ella puede refinarse, elevarse y regenerarse por sí misma. Como Caín pensó lograr el favor divino mediante una ofrenda que carecía de la sangre del sacrificio, así obran los que esperan elevar a la humanidad a la altura del ideal divino sin valerse del sacrificio expiatorio. La historia de Caín demuestra cuál será el resultado de esta teoría. Demuestra lo que será el hombre sin Cristo. La humanidad no tiene poder para regenerarse a sí misma. No tiende a subir hacia lo divino, sino a descender hacia lo satánico. Cristo es nuestra única esperanza.”–Patriarcas y Profetas, págs. 60, 61.
Miércoles
18 de abril
4. EL EVANGELIO Y LOS DOS PACTOS
a. ¿Cómo estamos en peligro de fallar–como los israelitas–en comprender verdaderamente al evangelio? Éxodo 24:7; Josué 24:19–21; Hebreos 3:15–17; 4:2.
“Los israelitas no percibían la pecaminosidad de su propio corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la ley de Dios; y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios. Creyéndose capaces de ser justos por sí mismos, declararon: ‘Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos’ (Éxodo 24:7). Habían presenciado la grandiosa majestad de la proclamación de la ley, y habían temblado de terror ante el monte; y sin embargo, apenas unas pocas semanas después, quebrantaron su pacto con Dios al postrarse a adorar una imagen fundida. No podían esperar el favor de Dios por medio de un pacto que ya habían roto.”–Patriarcas y Profetas, págs. 388, 389.
b. ¿Qué pacto el Señor ofreció establecer con Israel y continúa ofreciendo a cada uno de nosotros? Jeremías 31:31–34; Hebreos 8:8–12.
“La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón. En vez de tratar de establecer nuestra propia justicia, aceptamos la justicia de Cristo. Su sangre expía nuestros pecados. Su obediencia es aceptada en nuestro favor. Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo producirá los frutos del Espíritu.”–Patriarcas y Profetas, pág. 389.
“Es imposible que escapemos por nosotros mismos del abismo del pecado en que estamos sumidos. Nuestro corazón es malo y no lo podemos cambiar. ‘¿Quién podrá sacar cosa limpia de inmunda? Ninguno’ (Job 14:4). ‘Por cuanto el ánimo carnal es enemistad contra Dios; pues no está sujeto a la ley de Dios, ni a la verdad lo puede estar’ (Romanos 8:7). La educación, la cultura, el ejercicio de la voluntad, el esfuerzo humano, todos tienen su propia esfera, pero para esto no tienen ningún poder. Pueden producir una corrección externa de la conducta, pero no pueden cambiar el corazón; no pueden purificar las fuentes de la vida. Debe haber un poder que obre en el interior, una vida nueva de lo alto, antes de que el hombre pueda convertirse del pecado a la santidad. Ese poder es Cristo. Solamente su gracia puede vivificar las facultades muertas del alma y atraerlas a Dios, a la santidad.”–El Camino a Cristo, págs. 17, 18.
“Por su perfecta obediencia [Cristo] ha hecho posible que cada ser humano obedezca los mandamientos de Dios.”–Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 253.
Jueves
19 de abril
5. SÓLO UN ÚNICO EVANGELIO VERDADERO
a. Desde los días del Edén, los hombres y mujeres han sido salvos solamente a través de un evangelio. ¿Cómo se aplica esto a nosotros? Juan 14:6; Hechos 4:12.
“Cristo es el eslabón de unión entre Dios y el hombre. Ha prometido su intercesión personal empleando su nombre.”–Comentario Bíblico ASD [Comentarios de E. G. de White], tomo 6, pág. 1078.
“Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo a la ley de Dios escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como Él anduvo.”–Patriarcas y Profetas, pág. 389.
b. ¿Cómo somos beneficiados mediante el evangelio? 1 Timoteo 1:15; Efesios 1:4–11.
“Jesús. . . tomó la naturaleza humana sobre sí a fin de poder alcanzarla y elevarla. Vino para buscar y salvar lo que estaba perdido. Llegó a la mayor profundidad de la miseria y el dolor humano, para tomar al hombre tal como se encontraba, un ser manchado con la corrupción, degradado con el vicio, depravado por el pecado, y unido a Satanás en la apostasía, y elevarlo hasta un lugar sobre su trono.”–Fundamentals of Christian Education, pág. 199.
Viernes
20 de abril
PREGUNTAS DE REPASO PERSONAL
1. ¿Por qué el plan de salvación es denominado “evangelio?”
2. ¿Cómo sabemos que Abel estaba bajo el “nuevo” pacto?
3. ¿Qué significa para nosotros hoy ser un “Abel” en vez de un “Caín”?
4. ¿Cómo podemos estar seguros que nuestra experiencia religiosa está realmente de acuerdo con el nuevo pacto?
5. ¿Cómo podría resumirse el evangelio ante alguien que nunca antes lo ha oído?