Back to top

Sabbath Bible Lessons

Peregrinando por el Desierto (2)

 <<    >> 
Prefacio “Dios quiere que su pueblo de estos días repase con corazón humilde y espíritu dócil las pruebas a través de las cuales el Israel antiguo tuvo que pasar, para que le ayuden en su preparación para la Canaán celestial.”—Patriarcas y Profetas, pág. 298. Al continuar con la segunda de esta serie de dos partes bajo el tema “Peregrinando por el Desierto”, estudiaremos los principales eventos que se desarrollaron desde el pacto en el Sinaí hasta la muerte de Moisés, usando referencias de los libros de Números y Deuteronomio. “El libro de Deuteronomio debiera ser cuidadosamente estudiado por los que viven hoy en la tierra.”—Comentario Bíblico ASD [Comentarios de E. G. de White], tomo 1, pág. 1131. “La historia del antiguo Israel es un ejemplo patente de lo que experimentaron los adventistas. Dios dirigió a su pueblo en el movimiento adventista, así como sacó a los israelitas de Egipto. Cuando el gran desengaño, su fe fue probada como lo fue la de los hebreos cerca del Mar Rojo. Si hubiesen seguido confiando en la mano que los había guiado y que había estado con ellos hasta entonces, habrían visto la salvación de Dios. Si todos los que habían trabajado unidos en la obra de 1844 hubiesen recibido el mensaje del tercer ángel, y lo hubiesen proclamado en el poder del Espíritu Santo, el Señor habría actuado poderosamente por los esfuerzos de ellos. Raudales de luz habrían sido derramados sobre el mundo. Años haría que los habitantes de la tierra habrían sido avisados, la obra final se habría consumado, y Cristo habría venido para redimir a su pueblo. “No era voluntad de Dios que Israel peregrinase durante cuarenta años en el desierto; lo que él quería era conducirlo a la tierra de Canaán y establecerlo allí como pueblo santo y feliz. Pero ‘no pudieron entrar a causa de incredulidad’. Hebreos 3:19. Perecieron en el desierto a causa de su apostasía, y otros fueron suscitados para entrar en la tierra prometida. Asimismo, no era la voluntad de Dios que la venida de Cristo se dilatara tanto, y que su pueblo permaneciese por tantos años en este mundo de pecado e infortunio. Pero la incredulidad lo separó de Dios.”—El Conflicto de los Siglos, pág. 451. Que Dios nos ayude a aferrarnos de Jesús como nuestro Salvador personal y abandonar el grave pecado de la incredulidad. Confiemos en la mano que nos ha guiado en nuestro pasado y sigamos adelante para dar el mensaje del tercer ángel con poder. Si no hacemos la obra que Dios nos ha designado, otros serán levantados para tomar nuestros lugares. El Departamento de Escuela Sabática de la Conferencia General
 <<    >>