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The Reformation Herald Online Edition

Un Mensaje para los Últimos Días

Domingo, 8 de diciembre, 2024
Conversión
[…nfasis añadido en todo el texto.]
Elías Rivera — EE.UU.
METAMORFOSIS

La naturaleza tiene bellas ilustraciones que nos enseñan el gran poder de Dios, así como su obra redentora en nuestros corazones. El ciclo de las mariposas se compone de cuatro etapas, a saber: huevo, larva, pupa y adulto. El proceso es corto, dura aproximadamente un mes. Las mariposas ponen sus huevos en la superficie inferior de las hojas de las plantas que serán el alimento de sus larvas. Cuando el huevo eclosiona, una pequeña oruga emerge de su caparazón. Por su parte, las orugas son muy voraces; comen mucho y crecen con rapidez. Cuando la oruga alcanza la madurez, forma una pupa, también llamada crisálida. Una vez dentro de la crisálida, la oruga sufrirá una transformación conocida como metamorfosis y, al cabo de unos días, de la pupa saldrá una hermosa mariposa.

La oruga sufre una completa transformación. Se convierte en una criatura totalmente distinta, con una naturaleza completamente nueva y diferente. Y esto es lo que Dios pretende para nuestra vida espiritual en Cristo: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). El plan de Dios es transformar nuestras vidas, restaurar Su imagen en nosotros, cambiar nuestros corazones. …l declara: “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra” (Ezequiel 36:26, 27).

La palabra “conversión” significa transformar, hacer diferente, cambiar completamente en algo distinto de lo que era. Un ejemplo de esto se encuentra en Juan 16:20, “vuestra tristeza se convertirá en gozo” o en Apocalipsis 11:6, “tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre”.

Por lo tanto, cuando hablamos de conversión, estamos hablando de la obra transformadora de Dios por el hombre y en el hombre, una obra por la cual el hombre es perdonado y transformado, una obra sublime que justifica y santifica al creyente. Es una obra mediante la cual el hombre viejo es crucificado y sepultado y donde el hombre nuevo nace a una vida nueva.

CÓMO ACTÚA LA CONVERSIÓN

La conversión es la obra de Dios en el hombre mediante el poder de su amor y de su Espíritu Santo. Hay conversiones radicales como la de Saulo, una conversión muy marcada cuando el hombre de Tarso tuvo un encuentro personal con Cristo camino de Damasco. La vida de Saulo fue impactada por la revelación de la gloria de Cristo. Este encuentro cambió su vida instantáneamente a tal punto que, herido de ceguera y postrado en tierra, declaró: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?” (Hechos 9:6). Aquel que se dirigía a Damasco con oscuros propósitos contra la iglesia de Cristo, recobró la vista sólo después de pasar tres días de ayuno y oración seguidos del bautismo. Entonces comenzó inmediatamente a trabajar para edificar la iglesia que días antes había perseguido con pasión. Saulo estaba ahora ansioso por predicar a Cristo, que pasó a ser el centro de su vida y de su mensaje. “En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios” (Hechos 9:20).

La conversión de Saulo, también llamado Pablo (que significa “el pequeño”), fue obra de la gracia de Dios y del amor transformador de Jesucristo. Esto hizo que el feroz perseguidor fuera él mismo perseguido por causa de Jesús y proclamara su mensaje sin temor, afrontando todo tipo de dificultades, incluso la misma muerte. También hay otros tipos de conversión, como en el caso de Nicodemo. Hubieron de pasar tres años desde aquella entrevista con Jesús (ver capítulo 3 de Juan) para que Nicodemo llegara al punto de hacer pública su fe en Jesús y entregarse por completo al Salvador crucificado.

TODO LO DEBEMOS A DIOS

“Se oye el viento entre las ramas de los árboles, por el susurro que produce en las hojas y las flores; sin embargo es invisible, y nadie sabe de dónde viene ni adónde va. Así sucede con la obra del Espíritu Santo en el corazón. Es tan inexplicable como los movimientos del viento. Puede ser que una persona no pueda decir exactamente la ocasión ni el lugar en que se convirtió, ni distinguir todas las circunstancias de su conversión; pero esto no significa que no se haya convertido. Mediante un agente tan invisible como el viento, Cristo obra constantemente en el corazón. Poco a poco, tal vez inconscientemente para quien las recibe, se hacen impresiones que tienden a atraer el alma a Cristo. Dichas impresiones pueden ser recibidas meditando en él, leyendo las Escrituras, u oyendo la palabra del predicador viviente. Repentinamente, al presentar el Espíritu un llamamiento más directo, el alma se entrega gozosamente a Jesús. Muchos llaman a esto conversión repentina; pero es el resultado de una larga intercesión del Espíritu de Dios; es una obra paciente y larga.”1

NO RESISTAMOS

¿Cómo hemos de salvarnos entonces?... La luz que resplandece de la cruz revela el amor de Dios. Su amor nos atrae a él. Si no resistimos esta atracción, seremos conducidos al pie de la cruz arrepentidos por los pecados que crucificaron al Salvador. Entonces el Espíritu de Dios produce por medio de la fe una nueva vida en el alma. Los pensamientos y los deseos se sujetan en obediencia a la voluntad de Cristo. El corazón y la mente son creados de nuevo a la imagen de Aquel que obra en nosotros para someter todas las cosas a sí. Entonces la ley de Dios queda escrita en la mente y el corazón, y podemos decir con Cristo: ‘El hacer tu voluntad, Dios mío, hame agradado.’ (Salmos 40:8).”2

CONVERSIÓN A TRAV…S DEL ESPÍRITU SANTO

“Aunque el viento mismo es invisible, produce efectos que se ven y sienten. Así también la obra del Espíritu en el alma se revelará en toda acción de quien haya sentido su poder salvador. Cuando el Espíritu de Dios se posesiona del corazón, transforma la vida. Los pensamientos pecaminosos son puestos a un lado, las malas acciones son abandonadas; el amor, la humildad y la paz, reemplazan a la ira, la envidia y las contenciones. La alegría reemplaza a la tristeza, y el rostro refleja la luz del cielo. Nadie ve la mano que alza la carga, ni contempla la luz que desciende de los atrios celestiales. La bendición viene cuando por la fe el alma se entrega a Dios. Entonces ese poder que ningún ojo humano puede ver, crea un nuevo ser a la imagen de Dios.”3

ARREPENTIMIENTO GENUINO

“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio” (Hechos 3:19).

Sin verdadero arrepentimiento, no puede haber verdadera conversión. En este punto muchos son engañados, y con demasiada frecuencia toda su experiencia resulta ser un engaño. Esta es la razón por la que muchos que se unen a la iglesia nunca se han unido a Cristo.”4

“Convertíos, y apartaos de todas vuestras transgresiones, y no os será la iniquidad causa de ruina” (Ezequiel 18:30).

“El arrepentimiento comprende tristeza por el pecado y abandono del mismo. No renunciamos al pecado a menos que veamos su pecaminosidad. Mientras no lo repudiemos de corazón, no habrá cambio real en nuestra vida.”5

Sin embargo, para experimentar este tipo de arrepentimiento, necesitamos comprender cómo se produce. “A medida que el pecador es convencido de pecado, también es cautivado por el amor y la santidad de Cristo; porque Jesús lo está atrayendo hacia sí mismo. Ningún hombre puede originar el arrepentimiento que es esencial para la salvación del alma. No puede arrepentirse él mismo, como tampoco puede provocar su propia conversión. El arrepentimiento nace en el corazón al contemplar el amor de Cristo, que dio su vida para salvar al pecador. Es el amor de Dios el que ablanda los corazones más duros.”6

FRUTOS DE LA CONVERSIÓN

La obra de la conversión trae consigo frutos maravillosos: Una vida nueva, un corazón limpio y renovado, un espíritu recto y otros frutos, son gloriosas evidencias de la conversión. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).

• La mujer samaritana, al convertirse a Jesús, renunció a su vida de adulterio y fue a la ciudad para confesar a Jesucristo como el Mesías Salvador. Juan 4:28, 29.

• El endemoniado, que estaba desnudo cuando fue liberado, fue visto ahora con ropa y en su sano juicio; su desnudez desapareció después de su conversión. Lucas 8:35.

Pedro, el pescador iletrado, después de su conversión llegó a ser un fiel pastor del evangelio, un hombre culto y un heraldo del reino de la luz. Mateo 4:19.

Zaqueo, el recaudador de impuestos, acusado de traidor y enemigo del pueblo, después de su conversión dio la mitad de sus bienes a los pobres y decidió restituir a los que había defraudado. Lucas 19:8, 9.

María, que estaba poseída por siete demonios a causa de su vida licenciosa, después de su liberación y conversión trajo a Jesús un precioso don para expresar su amor y gratitud. Marcos 14:3.

La conversión hará florecer en nuestra vida la excelencia de Cristo; habrá espíritu misionero, sumisión a la voluntad de Dios, fidelidad y gozo santo. Todo lo que es noble y hermoso abundará en la vida de quien se ha convertido al Señor.

“El espíritu de Cristo es un espíritu misionero. El primer impulso del corazón regenerado es el de traer a otros también al Salvador.”7

Cada verdadero discípulo nace en el reino de Dios como misionero. El que bebe del agua viva, llega a ser una fuente de vida. El que recibe llega a ser un dador.”8

FALSA CONVERSIÓN

Está de moda hacer profesión de religión. No todos los que profesan ser religiosos son realmente cristianos; muchos que se llaman cristianos no obedecen los principios de la ley de Dios, viven alimentados por el viejo hombre que complace a la carne. Se autoengañan creyendo que están convertidos cuando en realidad no lo están. Muchos proclaman: “Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano”. (Lucas 18:11, 12). La profesión no tendrá valor alguno si el corazón no ha sido cambiado.

El motivo de las falsas conversiones no se debe a una falta de conocimiento o de oportunidades, sino a una falta de entrega total y completa, a no abrir el corazón plenamente a Jesús y permitir que la obra transformadora de Su gracia opere en la vida.

Un destacado ejemplo es el de Judas Iscariote, cuya notoriedad es bien conocida.

“Judas no llegó al punto de entregarse plenamente a Cristo. No renunció a su ambición mundanal o a su amor al dinero. Aunque aceptó el puesto de ministro de Cristo, no se dejó modelar por la acción divina.”9

Cuando estés dispuesto a separarte completamente de todos tus caminos pecaminosos, serás uno con Cristo, y ser uno con Cristo es entrar en el camino de la vida y en las regiones de la paz.

Entonces, ahora que estamos en la Semana de Oración, que ésta sea una oportunidad para examinar nuestros corazones y ver si estamos siguiendo algún camino de iniquidad, si nuestros afectos están divididos, si tenemos ídolos que ocupan el trono del corazón, y para asegurarnos de que tenemos una experiencia en la que Jesús es el Rey y el único Rey que ocupa el trono de nuestros corazones. (Isaías 33:22.) “Vuélvenos, oh Jehová, a ti, y nos volveremos; Renueva nuestros días como al principio” (Lamentaciones 5:21).

HA LLEGADO EL MOMENTO

Es hora de que nosotros, como Jacob, quitemos los ídolos que han estado en nuestros corazones y los enterremos para siempre (Génesis 35:2–4). Es hora de nacer de nuevo por la palabra de Dios y el poder de Su espíritu (1 Pedro 1:23). Es hora de ser libres con la libertad con la que Cristo nos hizo libres. Es hora de dejar el corazón dividido y, por la gracia milagrosa de Dios, ser transformados en hombres, mujeres y jóvenes según Su propio corazón (Hechos 13:22). Es hora de decir sí a Jesús. Si hoy te entregas a Jesús, …l realizará el milagro que puede estar faltando en tu vida. Su propósito es firme: “Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios” (Ezequiel 11:19, 20).

UNA CONVERSIÓN REAL, NO SUPERFICIAL

La conversión debe ser real, no superficial. Hay que cambiar el corazón interior, no sólo la vida exterior; el núcleo de la fe debe ir más allá de lo ritual o ceremonial. En los días del Salvador, los judíos y los líderes religiosos hacían un gran alarde de piedad, pero Jesús declaró que sus vidas eran vacías e inmorales. Mateo 23:27, 28. Se requieren más que cambios externos; éstos tienen su lugar, pero el “corazón espiritual” —es decir, la mente— debe ser renovado, y esto producirá nueva vida.

En el tiempo de Cristo, el pueblo judío confiaba en sacrificios y rituales en lugar de en Aquel a quien éstos señalaban. Y por si fuera poco, llegaron a reemplazar la presencia perdida de Dios con numerosos requisitos de invención humana, llegando incluso a medir su santidad por la multitud de ceremonias, mientras sus corazones permanecían inmutables, llenos de orgullo e hipocresía.

No se requieren cambios o mejoras exteriores, sino una transformación total y completa de la vida. El pelaje del zorro ártico es marrón, pero durante el invierno se vuelve blanco como la nieve. Entonces parece que el zorro es un ser diferente, pero en realidad lo único que ha cambiado es su pelaje, un cambio que le proporcionará camuflaje durante la estación invernal. Aunque su aspecto exterior cambia temporalmente, su naturaleza sigue siendo la misma, sigue siendo la de un zorro audaz, artero y asesino.

La fuente del corazón debe ser purificada antes que los raudales puedan ser puros. El que está tratando de alcanzar el cielo por sus propias obras observando la ley, está intentando lo imposible. No hay seguridad para el que tenga sólo una religión legal, sólo una forma de la piedad. La vida del cristiano no es una modificación o mejora de la antigua, sino una transformación de la naturaleza. Se produce una muerte al yo y al pecado, y una vida enteramente nueva. Este cambio puede ser efectuado únicamente por la obra eficaz del Espíritu Santo.”10

“CADA DÍA MUERO”

Nuestro caminar con Dios debe ser diario; cada día necesitamos Su gracia renovadora en nuestros corazones para que nuestra vieja naturaleza pecaminosa—“el viejo hombre”—sea aniquilada por completo. Se ha hecho la observación de que si bien el viejo hombre es sepultado en las aguas del bautismo, ¡el desdichado también resulta ser un buen nadador! De ahí las decididas palabras de Pablo: “Cada día muero” (1 Corintios 15:31).

“Se necesita una vigilancia constante, una diaria conversión, para que nuestros rasgos individuales de carácter puedan ser plenamente santificados. Tenemos que eliminar de todas nuestras facultades la escoria del pecado, y debemos educarlas para el servicio.”11

“La santificación de Pablo era un conflicto constante consigo mismo. ‘Cada día muero’, decía. Cada día su voluntad y sus deseos entraban en conflicto con el deber y la voluntad de Dios. Pero en lugar de seguir sus inclinaciones, hacía la voluntad de Dios, por desagradable y cruel que fuera para su naturaleza. Si queremos avanzar hacia la meta de nuestro supremo llamamiento en Cristo Jesús, debemos demostrar que estamos despojados completamente del yo y provistos del aceite dorado de la gracia.”12

EL SECRETO ES REVELADO

Daniel en Babilonia es descrito como un hombre intachable: “Entonces los gobernadores y sátrapas buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él” (Daniel 6:4).

¿Dónde estaba el secreto para vivir una vida tan fiel? El rey Darío nos revela el secreto de Daniel; reconoció en dos ocasiones que el secreto de Daniel estaba en su continua comunión con Dios. Daniel mantuvo una vida de fe y oración diaria, disfrutando todos los días de una comunión íntima con Dios. El registro inspirado dice: “Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones?” “Entonces se alegró el rey en gran manera a causa de él, y mandó sacar a Daniel del foso; y fue Daniel sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él, porque había confiado en su Dios” (Daniel 6:20, 23).

“La conversión genuina nos pone cada día en comunión con Dios. Habrá tentaciones que enfrentar y una fuerte tendencia a apartarnos de Dios para sumirnos en nuestra antigua indiferencia y en un pecaminoso olvido del Señor.”13

“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5).

CONVERSIÓN PERSONAL

Cada uno de nosotros necesita asegurarse de su consagración individual, de una conversión personal. Todos necesitamos adquirir una experiencia viva; Cristo debe ser entronizado en el corazón, su Espíritu debe controlar nuestros afectos. Los padres necesitan la gracia redentora de Dios a través de una experiencia personal con Cristo, al igual que los hijos. Cada uno debe ser injertado en la vid verdadera para producir los frutos por los cuales nuestro Padre celestial es honrado. “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos” (Juan 15:8).

“Dios trata con nosotros a través de Su providencia. Desde la eternidad nos ha elegido para ser sus hijos obedientes. Dio a su Hijo para que muriera por nosotros, a fin de que fuéramos santificados mediante la obediencia a la verdad, limpios de toda la pequeñez del yo. Ahora …l requiere de nosotros una obra personal, una entrega personal.”14

“En la ciudad de Dios no entrará nada que mancille. Todos los que morarán en ella habrán llegado aquí a ser puros de corazón. En el que vaya aprendiendo de Jesús se manifestará creciente repugnancia por los hábitos descuidados, el lenguaje vulgar y los pensamientos impuros. Cuando Cristo viva en el corazón, habrá limpieza y cultura en el pensamiento y en los modales.”15

CONCLUSIÓN

Enoc caminó con Dios 300 años después del nacimiento de su hijo Matusalén, y durante más de 300 años cada día Enoc invitaba a Dios a caminar con él, hasta que un día vino Dios y básicamente le dijo: “Enoc, me has invitado a caminar contigo durante todos estos 300 años, así que hoy he venido a invitarte a caminar conmigo”, y lo llevó al cielo. “Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios” (Génesis 5:24). Enoc no sólo oraba, sino que también cumplía fielmente sus deberes para con Dios y sus semejantes; Enoc llegó a amar lo que Dios amaba y a odiar lo que Dios odiaba; vivió por la fe una vida en el camino de la obediencia, agradando a Dios en todo lo que hacía. “Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios” (Hebreos 11:5).

“Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento” (Joel 2:12). Tómate hoy el tiempo suficiente para considerar tus caminos y ver si estás en una relación correcta con Jesús.

• ¿Te gustaría entregar hoy tu corazón a Jesús para ser cambiado?

• Y tú que ya te has entregado a Jesús, ¿quieres renovar tu entrega a Jesús para que tu corazón sea cada vez más hermoso como el de Cristo?

• ¿Quieres orar ahora mismo para entregar tu corazón a Jesús?

Oremos juntos.

Referencias:
1 El Deseado de Todas las Gentes, p. 143.
2 Ibíd., p. 147. […nfasis añadido.]
3 Ibíd., pp. 143, 144. […nfasis añadido.]
4 The Spirit of Prophecy, tomo 4, p. 298. […nfasis añadido.]
5 El Camino a Cristo, p. 23.
6 The Review and Herald, 3 de septiembre, 1901.
7 El Conflicto de los Siglos, p. 67. […nfasis añadido.]
8 El Deseado de Todas las Gentes, p. 166. […nfasis añadido.]
9 Ibíd., p. 663.
10 Ibíd., p. 143. […nfasis añadido.]
11 Cada Día Con Dios, p. 305.
12 The Youth’s Instructor, 24 de agosto, 1899.
13 Cada Día Con Dios, p. 275.
14 The Youth’s Instructor, 24 de agosto, 1899.
15 El Discurso Maestro de Jesucristo, p. 25.