Un Mensaje para los Últimos Días
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Las Sagradas Escrituras nos enseñan claramente que “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora” (Eclesiastés 3:1). Así también, el “refrigerio” tiene un tiempo en que debe ser cumplido.
La palabra “refrigerio” se utilizaba en Oriente con referencia a la lluvia que caía sobre la tierra antes de la cosecha final del grano. También se la conocía como “la lluvia tardía”.
“En el Oriente la lluvia temprana cae en el tiempo de la siembra. Es necesaria para que la semilla germine. Gracias a la influencia de estas precipitaciones fertilizantes, aparecen los tiernos brotes. La lluvia tardía, que cae hacia el fin de la temporada, madura el grano y lo prepara para la siega. El Señor emplea estos fenómenos naturales para ilustrar la obra del Espíritu Santo.”1
En el Antiguo Testamento, el profeta Zacarías hizo referencia no sólo a la caída de la lluvia tardía, sino también sobre la necesidad del pueblo de Dios de orar y pedir su derramamiento en el momento oportuno.
“Pedid a Jehová lluvia en la estación tardía. Jehová hará relámpagos, y os dará lluvia abundante, y hierba verde en el campo a cada uno” (Zacarías 10:1).
En el Nuevo Testamento, el apóstol Pedro también hace referencia al “refrigerio”, al dirigir su sermón a una multitud reunida el día de Pentecostés. En aquel momento fueron dotados de un gran poder del cielo. El Espíritu Santo fue derramado abundantemente sobre ellos. Esa experiencia que tuvieron fue llamada la “lluvia temprana”, o la “primera lluvia”.
“Como la ‘lluvia temprana’ fue dada en tiempo de la efusión del Espíritu Santo al principio del ministerio evangélico, para hacer crecer la preciosa semilla, así la ‘lluvia tardía’ será dada al final de dicho ministerio para hacer madurar la cosecha.”2
Cuando el apóstol Pedro habló de los “tiempos de refrigerio”, señaló claramente que debían darse algunos pasos muy importantes antes de que se cumpliera el acontecimiento, como se indica en las lecturas de esta Semana de Oración, basadas en el versículo bíblico: “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado” (Hechos 3:19, 20).
Tenemos aquí cinco puntos importantes:
a) Arrepentimiento
b) Conversión
c) Borrado de los pecados
d) Tiempos de refrigerio
e) La venida de Jesús
El arrepentimiento genuino llevará a una persona a reconocer su pecado y confesarlo. “Los ejemplos de arrepentimiento y humillación genuinos que da la Palabra de Dios revelan un espíritu de confesión que no busca excusas por el pecado ni intenta su justificación propia. El apóstol Pablo no procuraba defenderse, sino que pintaba su pecado con sus colores más obscuros y no intentaba atenuar su culpa.”3 El apóstol Juan escribe: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:8, 9). Esta es una promesa maravillosa: Si confesamos nuestros pecados, somos perdonados y quedamos limpios.
Después de arrepentirnos y confesar nuestros pecados se nos invita a convertirnos. La conversión es un giro completo de 180° en nuestras vidas, tomando la dirección opuesta. El Señor nos invita a alejarnos del mundo en dirección a …l, voluntariamente, no por coacción:
“Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo” (Joel 2:12, 13).
“Se notará un cambio en el carácter, en las costumbres y ocupaciones.”4
Esto no es sólo una pequeña mejora en nuestra vida espiritual, sino un cambio completo.
“No hay evidencia de arrepentimiento verdadero cuando no se produce una reforma en la vida. Si restituye la prenda, devuelve lo que haya robado, confiesa sus pecados y ama a Dios y a su prójimo, el pecador puede estar seguro de que pasó de muerte a vida.”5
Como también hemos visto durante esta Semana de Oración, sólo los pecados confesados y abandonados pueden ser borrados, o cancelados en el libro de la vida. El acto de borrar o cancelar los pecados debe tener lugar antes de que recibamos el “refrigerio”, la “lluvia tardía”.
“La gran obra de evangelización no terminará con menor manifestación del poder divino que la que señaló el principio de ella. Las profecías que se cumplieron en tiempo de la efusión de la lluvia temprana, al principio del ministerio evangélico, deben volverse a cumplir en tiempo de la lluvia tardía, al fin de dicho ministerio. Esos son los ‘tiempos de refrigerio’ en que pensaba el apóstol Pedro cuando dijo: ‘Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados [en el juicio investigador]; pues que vendrán los tiempos del refrigerio de la presencia del Señor, y enviará a Jesucristo’.”6
Cuando descendió la lluvia temprana el día de Pentecostés, la mayoría de los discípulos estaban reunidos en un solo lugar, en el aposento alto. ¿Qué hicieron allí durante diez días? La Biblia nos dice:
“Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos” (Hechos 1:14).
“Estos días de preparación fueron días de profundo escudriñamiento del corazón. Los discípulos sentían su necesidad espiritual, y clamaban al Señor por la santa unción que los había de hacer idóneos para la obra de salvar almas. No pedían una bendición simplemente para sí. Estaban abrumados por la preocupación de salvar almas.”7
Esto se cumplió en Hechos 2:1–4.
“La promesa del Espíritu Santo no se limita a ninguna edad ni raza. Cristo declaró que la influencia divina de su Espíritu estaría con sus seguidores hasta el fin. Desde el día de Pentecostés hasta ahora, el Consolador ha sido enviado a todos los que se han entregado plenamente al Señor y a su servicio.”8
A pesar de que el Espíritu Santo nos es dado hoy en cierta medida, para enseñarnos y guiarnos a toda la verdad, la lluvia tardía prometida es necesaria para la terminación de la obra de Dios, para la conclusión de la proclamación del Evangelio eterno. Y esta promesa se cumplirá:
“Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días” (Joel 2:28, 29).
Cuando leemos la palabra “después” en el libro de Joel, entendemos que en los últimos días debe realizarse una obra antes de que el Espíritu Santo nos sea dado en mayor medida. En los versículos anteriores de Joel 2, el profeta aclara la obra que debe realizarse antes de la lluvia tardía:
“Reunid al pueblo, santificad la reunión, juntad a los ancianos, congregad a los niños y a los que maman, salga de su cámara el novio, y de su tálamo la novia. Entre la entrada y el altar lloren los sacerdotes ministros de Jehová, y digan: Perdona, oh Jehová, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad, para que las naciones se enseñoreen de ella. ¿Por qué han de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios? Y Jehová, solícito por su tierra, perdonará a su pueblo” (Joel 2:16–18).
Nadie recibirá el “refrigerio” o “lluvia tardía” si sus pecados no son borrados o cancelados. Aunque es triste decirlo, muchos esperan recibir esa gran bendición en su condición pecaminosa, sin arrepentimiento y conversión, confiando que en el tiempo de la lluvia tardía serán reformados. Los casos de los tales son desesperados, como leemos en las siguientes declaraciones:
“Vi que muchos descuidaban la preparación necesaria, esperando que el tiempo del ‘refrigerio’ y la ‘lluvia tardía’ los preparase para sostenerse en el día del Señor y vivir en su presencia. ¡Oh! ¡y a cuántos vi sin amparo en el tiempo de angustia! Habían descuidado la preparación necesaria, y por lo tanto no podían recibir el refrigerio indispensable para sobrevivir a la vista de un Dios santo… Vi que nadie podrá participar del ‘refrigerio’ a menos que haya vencido todas las tentaciones y triunfado del orgullo, el egoísmo, el amor al mundo y toda palabra y obra malas.”9
“Los que tardan en prepararse para el día del Señor, no podrán hacerlo en el tiempo de la angustia ni en ningún momento subsiguiente. El caso de los tales es sin esperanza.”10
“Día tras día debemos buscar la inspiración del Espíritu de Dios para que realice en la vida y el carácter la obra que le incumbe. ¡Oh, cuánto tiempo se ha malgastado prestando atención a cosas baladíes! ‘Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio’.”11
“Hoy debes purificar tu vasija para que esté lista para el rocío celestial, lista para los aguaceros de la lluvia tardía; porque la lluvia tardía vendrá, y la bendición de Dios llenará toda alma que esté purificada de toda contaminación. Es nuestra tarea hoy rendir nuestras almas a Cristo, para que podamos estar preparados para el tiempo de refrigerio de la presencia del Señor, preparados para el bautismo del Espíritu Santo.”12
“Antes que los juicios de Dios caigan finalmente sobre la tierra, habrá entre el pueblo del Señor un avivamiento de la piedad primitiva, cual no se ha visto nunca desde los tiempos apostólicos. El Espíritu y el poder de Dios serán derramados sobre sus hijos.”13
“A medida que los miembros del cuerpo de Cristo se acerquen al período de su último conflicto, ‘el tiempo de angustia de Jacob’, crecerán en Cristo y participarán ampliamente de su Espíritu. A medida que el tercer mensaje aumente hasta convertirse en un fuerte clamor, y a medida que un gran poder y gloria acompañen la obra final, el fiel pueblo de Dios participará de esa gloria. Es la lluvia tardía que los reanima y fortalece para afrontar el tiempo de angustia. Sus rostros brillarán con la gloria de la luz que acompaña al tercer ángel.”14
“Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio” (Joel 2:23).
“Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán” (Hechos 2:17, 18).
“Al empezar el tiempo de angustia, fuimos henchidos del Espíritu Santo, cuando salimos a proclamar más plenamente el sábado.”15
“El comienzo ‘del tiempo de angustia’ mencionado entonces no se refiere al tiempo cuando comenzarán a ser derramadas las plagas, sino a un corto período precisamente antes que caigan, mientras Cristo está en el santuario. En ese tiempo, cuando se esté terminando la obra de la salvación, vendrá aflicción sobre la tierra, y las naciones se airarán, aunque serán mantenidas en jaque para que no impidan la realización de la obra del tercer ángel. En ese tiempo, descenderá la ‘lluvia tardía’ o refrigerio de la presencia del Señor para dar poder a la voz fuerte del tercer ángel, y preparar a los santos para que puedan subsistir durante el plazo cuando las siete postreras plagas serán derramadas.”16
“El pueblo de Dios habrá cumplido su obra; habrá recibido ‘la lluvia tardía’, el ‘refrigerio de la presencia del Señor’, y estará preparado para la hora de prueba que le espera. Los ángeles se apuran, van y vienen de acá para allá en el cielo. Un ángel que regresa de la tierra anuncia que su obra está terminada; el mundo ha sido sometido a la prueba final, y todos los que han resultado fieles a los preceptos divinos han recibido ‘el sello del Dios vivo’. Entonces Jesús dejará de interceder en el santuario celestial.”17
Al estudiar las Escrituras que contienen las maravillosas promesas de Dios al otorgarnos el Espíritu Santo en plenitud, debemos comprender que en el tiempo de la lluvia temprana el poder del Espíritu Santo fue dado colectivamente sobre aquellos que “estaban todos unánimes juntos”. En el tiempo de la lluvia tardía la experiencia del pueblo de Dios debe ser similar. El versículo bíblico de Zacarías dice:
“Pedid a Jehová lluvia en la estación tardía. Jehová hará relámpagos, y os dará lluvia abundante” (Zacarías 10:1).
Muchas veces hemos leído este versículo bíblico, y hemos puesto un fuerte énfasis en las palabras: “Pedid a Jehová lluvia en la estación tardía”, y olvidamos la última parte del versículo que dice que el Señor dará las lluvias sobre la “hierba verde en el campo a cada uno”. Estas últimas palabras indican que cada uno que esté en el campo (la iglesia), que en aquel tiempo debe ser una iglesia purificada, recibirá la lluvia tardía. Aquellos que hayan descuidado hacer su preparación para la bendición de la lluvia tardía no serán encontrados entre ellos. Serán eliminados del pueblo remanente de Dios por un poderoso zarandeo. La palabra de inspiración lo expresa muy claramente:
“Dios está zarandeando a su pueblo. Dejará una iglesia limpia y santa. No podemos leer el corazón del hombre; pero el Señor ha provisto los medios necesarios para mantener su iglesia pura.”18
“En el zarandeo, algunos fueron dejados al lado del camino. Los descuidados e indiferentes que no se unieron con quienes apreciaban la victoria y la salvación lo bastante para perseverar en anhelarlas orando angustiosamente por ellas, no las obtuvieron, y quedaron rezagados en las tinieblas, y sus sitios fueron ocupados en seguida por otros, que se unían a las filas de quienes habían aceptado la verdad.”19
“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:11–13).
“Cuando el carácter de Cristo se reproduzca perfectamente en su pueblo, entonces vendrá a buscar a los suyos. Es privilegio de todo cristiano, no solamente esperar la venida de nuestro Señor, sino también apresurarla.”20
“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro” (Mateo 24:30, 31).
“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartarálos unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (Mateo 25:31–34).
Al leer acerca de la experiencia de los primeros discípulos al inicio de la dispensación cristiana cuando recibieron la lluvia temprana, podemos ver que aquellos que estaban en el aposento alto recibieron el bautismo del Espíritu Santo colectivamente. Los demás miembros de la iglesia lo recibieron después, individualmente.
¿Podría suceder así también en nuestro tiempo? Se habla de la lluvia tardía, y hemos orado sobre ella muy a menudo, como un acontecimiento que tendrá lugar en el futuro. ¿Cuándo se cumplirá? ¿Es culpa del Señor la demora para recibir esta gran bendición? La Biblia nos dice: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas 11:13).
Dentro de unas cuantas semanas, los representantes de la iglesia remanente de Dios se reunirán. ¿Será derramado el Espíritu Santo sobre los delegados en la sesión de la Conferencia General en 2025? ¿Podrá ser recibida entonces la maravillosa promesa de la lluvia tardía? Amados hermanos, preparémonos para esa gran bendición. El Señor ayudará a todos los que tengan este deseo de ser bautizados con el Espíritu Santo. El Espíritu de Profecía nos aconseja:
“Ángeles de Dios están observando el desarrollo del carácter y sopesando el valor moral. El tiempo de gracia casi ha terminado, y vosotros no estáis listos. ¡Oh, que estas amonestaciones puedan llegar a encender vuestras almas! ¡Preparaos! ¡Preparaos!”21
Como uno de sus consiervos, deseo hacer un llamado a todos los que irán como delegados a la sesión de la Conferencia General en 2025: Por favor, vayan a la Conferencia vacíos, libres de toda idea preconcebida, hagan una preparación minuciosa, y hagan las paces con Dios y con los hombres, tengan una conciencia intachable, y estén listos para ser bautizados por el Espíritu Santo. ¿Quién sabe si se cumplirá la tan esperada promesa? Y todos nosotros, hermanos, que no somos delegados, debemos examinar nuestras vidas, confesar nuestros pecados y faltas a Dios y entre nosotros, y pedir perdón, para que nuestros pecados sean borrados, y orar fervientemente por el éxito de la Conferencia, para que el Señor visite a Sus siervos con lluvias de grandes bendiciones. El Espíritu de Profecía nos advierte:
“Pongan a un lado los cristianos sus disensiones y entréguense a Dios para salvar a los perdidos. Pidan con fe la bendición, y la recibirán. El derramamiento del Espíritu en los días apostólicos fue la ‘lluvia temprana,’ y glorioso fue el resultado. Pero la lluvia ‘tardía’ será más abundante.”22
“Hoy habéis de entregaros a Dios para que seáis vaciados del yo, vaciados de la envidia, los celos, las malas conjeturas, las contiendas, de todo lo que deshonre a Dios. Hoy habéis de tener purificado vuestro vaso para que esté listo para el rocío celestial, listo para los chaparrones de la lluvia tardía, pues vendrá la lluvia tardía y la bendición de Dios llenará cada alma que esté purificada de toda contaminación. Nuestra obra hoy es rendir nuestra alma a Cristo para que podamos ser hechos idóneos para el tiempo del refrigerio de la presencia del Señor: idóneos para el bautismo del Espíritu Santo.”23
¡Amén!