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The Reformation Herald Online Edition

Un Mensaje para los Últimos Días

Domingo, 15 de diciembre, 2024
El Reino de Gloria
Por Rômulo Borges — Brasil

Al concluir esta Semana de Oración, es como si concluyéramos un viaje lleno de secretos y descubrimientos. Guiándonos de una revelación a otra, las Escrituras nos han servido de brújula. Partiendo del texto de Hechos 3:19 y 20, hemos explorado temas significativos como el arrepentimiento, la conversión, el borrado de los pecados, el tiempo de refrigerio y la venida de Jesús. Ahora, en esta reunión final, profundizaremos en “El Reino de Gloria”.

Este reino no es un reino ordinario, limitado por fronteras terrenales o por el tiempo humano; es una realidad eterna, tan vasta e imponente como el universo mismo, anclada en la justicia inquebrantable de nuestro Señor Jesucristo. Como un faro que resiste la prueba del tiempo y de las tempestades, este reino se describe en Daniel 2:44: “Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre”.

Por lo tanto, los invito a explorar juntos las promesas eternas de este reino glorioso.

EL REINO DE GRACIA Y EL REINO DE GLORIA

Las Sagradas Escrituras destacan la manifestación del reino de Dios en dos fases distintas:

(1) el reino de gracia y

(2) el reino de gloria.

La gloria no puede existir sin la manifestación previa de la gracia; por ello, es imprescindible participar primero en el reino de gracia para entrar en el reino de gloria.

Cuando Jesús comenzó su ministerio en Galilea, proclamó la llegada del reino de Dios con estas palabras: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:14, 15).

“Mientras Jesús viajaba por Galilea, enseñando y sanando, acudían a él multitudes de las ciudades y los pueblos… Nunca antes había vivido el mundo momentos tales. El cielo había descendido a los hombres. Almas hambrientas y sedientas, que habían aguardado durante mucho tiempo la redención de Israel, se regocijaban ahora en la gracia de un Salvador misericordioso.”1

El reino de gracia, anunciado por Jesús, alcanzó su clímax en la cruz del Calvario, donde …l tomó nuestro lugar y murió como nuestro sustituto para redimirnos de la condena del pecado. A través de las disposiciones de su gracia, la humanidad recibe el perdón de los pecados, la reconciliación con Dios y la salvación completa. Como está escrito en Efesios 2:8: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”.

Jesús también enseñó sobre la futura venida del reino de Dios en Su segundo advenimiento. Entre Sus diversas enseñanzas, destacamos lo que dice Mateo 25:31–34 en este contexto:

“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartarálos unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.”

“Así como el mensaje del primer advenimiento de Cristo anunciaba el reino de su gracia, el mensaje de su segundo advenimiento anuncia el reino de su gloria. El segundo mensaje, como el primero, está basado en las profecías.”2

La palabra “reino” en el texto de Mateo, al referirse al reino de gloria, es utilizada por Jesús como una descripción de lo que sucederá al final de los tiempos, cuando …l establezca el reino universal de Dios. Aunque este acontecimiento está en el futuro, la promesa de que el Señor vendrá es una realidad. Como …l mismo dijo:

“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:1–3).

Basándose en estas preciosas revelaciones, el cristiano no sólo vive con la seguridad de la redención en el presente, sino también con la esperanza de la redención final en el reino de gloria.

LA GLORIFICACIÓN PERMITE A LOS SÚBDITOS VIVIR EN EL REINO DE GLORIA

La glorificación es el toque divino que transforma al ser humano, liberándolo de las consecuencias del pecado y volviéndolo inmortal. Considera lo que declara 1 Corintios 15:51, 52:

“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.”

El cuerpo actual de un creyente en Cristo no es adecuado para la vida celestial, ya que es mortal, degradado y frágil. Aunque el creyente disfruta de la plenitud del Espíritu en su vida, su cuerpo todavía lleva la marca de la muerte. Por lo tanto, al sonido de la última trompeta, que ocurrirá en la segunda venida de Cristo, Cristo le dará un cuerpo nuevo.

Este nuevo cuerpo será imperecedero, glorioso, libre de pecado e inmortal, preparado para la vida eterna. El cuerpo natural del cristiano será transformado en un cuerpo espiritual capaz de soportar la gloria de Dios y preparado para la traslación.

Dios impartirá el toque divino de la transformación a cada individuo redimido, tanto a los santos resucitados como a los fieles que no experimentaron la muerte. El libro El Conflicto de los Siglos expresa bellamente este pensamiento:

“…l transformará nuestros cuerpos viles y los hará semejantes a la imagen de su cuerpo glorioso. La forma mortal y corruptible, desprovista de gracia, manchada en otro tiempo por el pecado, se vuelve perfecta, hermosa e inmortal.”3

¡Todos serán perfeccionados! Esta transformación afectará a la estructura del cuerpo humano, pero preservará la identidad personal de cada individuo, lo que permitirá a los redimidos reconocerse entre sí.

“Nuestra identidad personal se preserva en la resurrección… Los últimos rastros de la maldición del pecado serán eliminados, y los fieles de Cristo aparecerán en ‘la belleza del Señor nuestro Dios’, reflejando en mente y alma y cuerpo la imagen perfecta de su Señor.”4

LAS CARACTERÍSTICAS DEL REINO DE GLORIA

Cuando nos referimos al reino de gloria, pensamos en el Paraíso de Dios, la Tierra nueva y los cielos nuevos. Sin embargo, es crucial reconocer que nuestro lenguaje humano es inadecuado para describir la gloria celestial. Todos los recursos lingüísticos se quedan cortos para describir adecuadamente el Paraíso de Dios. La página 654 de El Conflicto de los Siglos enfatiza este punto:

“El lenguaje humano no alcanza a describir la recompensa de los justos. Solo la conocerán quienes la contemplen. Ninguna inteligencia limitada puede comprender la gloria del paraíso de Dios.”

A pesar de las limitaciones del lenguaje humano, podemos sentirnos inspirados por las palabras de los profetas y dejar que nuestra imaginación nos guíe hacia el paraíso divino. En las revelaciones del Apocalipsis, el apóstol Juan tuvo la bendición de vislumbrar las glorias celestiales del reino eterno de Dios. Su énfasis radica en el relato de Apocalipsis 21:1–5, que afirma:

“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.”

Basándonos en la visión profética de Juan, podemos destacar algunas características del reino de gloria:

LA TIERRA HECHA NUEVA Y LA JERUSAL…N CELESTIAL

La expresión “Nueva Tierra” indica una nueva creación. El planeta que el pecado afectó tan profundamente será destruido, consumido por las llamas del juicio divino. Satanás, sus ángeles y todos los impíos serán completamente aniquilados. Como nos dice Malaquías 4:1:

“Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama.”

Con la destrucción del instigador del pecado (Satanás) y la purificación del planeta, se restaurará la gloria del Edén. La creación estará en armonía con el Creador, y la Nueva Jerusalén será la capital de la Nueva Tierra.

LA GLORIA DE LA NUEVA JERUSAL…N

La descripción de la Nueva Jerusalén nos impresiona por su belleza y esplendor. Brillará con la gloria de Dios y resplandecerá como una piedra preciosa, como el jaspe, con un brillo cristalino. (Ver Apocalipsis 21:10, 11.)

EL TABERNÁCULO DE DIOS ENTRE LA HUMANIDAD

El Señor estará presente con Su pueblo. Dios elegirá morar entre aquellos que ha redimido, que ahora son Sus hijos eternos. Ellos disfrutarán para siempre de Su preciosa presencia y de Su luz. Cristo, Aquel que los redimió, estará a su lado. Los salvados tendrán el privilegio de adorar a la Divinidad cara a cara por toda la eternidad. El Tabernáculo de Dios estará entre ellos, estableciendo una relación íntima y amorosa entre Jehová y los redimidos.

“El pueblo de Dios tiene el privilegio de tener comunión directa con el Padre y el Hijo. ‘Ahora vemos oscuramente, como por medio de un espejo’. 1 Corintios 13:12 (VM). Vemos la imagen de Dios reflejada como en un espejo en las obras de la naturaleza y en su modo de obrar para con los hombres; pero entonces le veremos cara a cara sin velo que nos lo oculte.”5

NO MÁS TRISTEZA NI LÁGRIMAS

Juan, el profeta de Patmos, describió una situación de gozo y felicidad eternos en el paraíso de Dios:

“Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos” (Apocalipsis 21:4).

En la Nueva Tierra, el reino de gloria será el hogar eterno de los redimidos, donde ya no habrá lágrimas, pues todos los motivos que causan tristeza y llanto serán cosas del pasado.

“Y los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido” (Isaías 35:10).

NO MÁS ENFERMEDADES

En la Nueva Tierra ya no habrá enfermedades. No habrá necesidad de hospitales, doctores o tratamientos médicos. Todas las consecuencias del pecado habrán sido eliminadas, y nadie dirá: “¡Estoy enfermo!”

“No dirá el morador: Estoy enfermo; al pueblo que more en ella le será perdonada la iniquidad” (Isaías 33:24).

“Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad” (Isaías 35:5, 6).

NO MÁS PROCESIONES FÚNEBRES

En la vida terrenal, la muerte pone fin a muchas historias felices. En la Nueva Tierra, no habrá muerte, cortejos fúnebres ni tumbas.

“Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho” (Isaías 25:8). Y los que han pasado por la muerte y han resucitado proclamarán: “Sorbida es la muerte en victoria” (1 Corintios 15:54).

CRECIENDO EN EL REINO DE GLORIA

En la Nueva Tierra, los redimidos explorarán las maravillas del amor de Dios y seguirán estudiando incansablemente para comprender cada vez mejor el poder creador de Dios.

“Allí intelectos inmortales contemplarán con eterno deleite las maravillas del poder creador, los misterios del amor redentor. Allí no habrá enemigo cruel y engañador para tentar a que se olvide a Dios. Toda facultad será desarrollada, toda capacidad aumentada. La adquisición de conocimientos no cansará la inteligencia ni agotará las energías. Las mayores empresas podrán llevarse a cabo, satisfacerse las aspiraciones más sublimes, realizarse las más encumbradas ambiciones; y sin embargo surgirán nuevas alturas que superar, nuevas maravillas que admirar, nuevas verdades que comprender, nuevos objetos que agucen las facultades del espíritu, del alma y del cuerpo.

“Todos los tesoros del universo se ofrecerán al estudio de los redimidos de Dios. Libres de las cadenas de la mortalidad, se lanzan en incansable vuelo hacia los lejanos mundos; mundos a los cuales el espectáculo de las miserias humanas causaba estremecimientos de dolor, y que entonaban cantos de alegría al tener noticia de un alma redimida. Con indescriptible dicha los hijos de la tierra participan del gozo y de la sabiduría de los seres que no cayeron. Comparten los tesoros de conocimientos e inteligencia adquiridos durante siglos y siglos en la contemplación de las obras de Dios. Con visión clara consideran la magnificencia de la creación, soles y estrellas y sistemas planetarios que en el orden a ellos asignado circuyen el trono de la Divinidad. El nombre del Creador se encuentra escrito en todas las cosas, desde las más pequeñas hasta las más grandes, y en todas ellas se ostenta la riqueza de su poder.

“Y a medida que los años de la eternidad transcurran, traerán consigo revelaciones más ricas y aún más gloriosas respecto de Dios y de Cristo. Así como el conocimiento es progresivo, así también el amor, la reverencia y la dicha irán en aumento. Cuanto más sepan los hombres acerca de Dios, tanto más admirarán su carácter. A medida que Jesús les descubra la riqueza de la redención y los hechos asombrosos del gran conflicto con Satanás, los corazones de los redimidos se estremecerán con gratitud siempre más ferviente, y con arrebatadora alegría tocarán sus arpas de oro; y miríadas de miríadas y millares de millares de voces se unirán para engrosar el potente coro de alabanza.”6

El regreso del pecado nunca amenazará el crecimiento en el reino de gloria, ya que no habrá tentador ni riesgo alguno de maldad. Además, ningún árbol de la ciencia del bien y del mal ofrecerá una oportunidad para la tentación. El universo fue testigo de la rebelión de Satanás y vio las consecuencias. Se estableció la justicia divina, y todo el vasto dominio de Dios proclamará:

“Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos” (Apocalipsis 15:3).

De hecho, sólo quedará el recuerdo de la lucha entre el bien y el mal. Aunque los sufrimientos, dolores y tentaciones de la Tierra hayan terminado, el pueblo de Dios siempre tendrá una comprensión clara e inteligente del precio que costó su salvación. Cristo seguirá llevando en su cuerpo las marcas de la redención. A lo largo de los interminables siglos de la eternidad, estas señales darán testimonio del inmenso amor de Dios y del inconmensurable sacrificio de Jesús para redimirnos.

“El hecho de que el Hacedor de todos los mundos, el Árbitro de todos los destinos, dejase su gloria y se humillase por amor al hombre, despertará eternamente la admiración y adoración del universo. Cuando las naciones de los salvos miren a su Redentor y vean la gloria eterna del Padre brillar en su rostro; cuando contemplen su trono, que es desde la eternidad hasta la eternidad, y sepan que su reino no tendrá fin, entonces prorrumpirán en un cántico de júbilo: ‘¡Digno, digno es el Cordero que fue inmolado, y nos ha redimido para Dios con su propia preciosísima sangre!’ ”7

CONCLUSIÓN

Tras explorar el reino de gloria y sus incomparables maravillas, surgen profundas preguntas: ¿Quién tendrá el privilegio de disfrutar de las delicias de este reino? ¿Quiénes serán sus herederos?

A la luz de las revelaciones divinas, encontramos las respuestas: Los que abrazan y viven el reino de la gracia se convertirán en súbditos del reino de la gloria. Son los que vencen las adversidades del mundo, de la carne y del maligno.

“El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo” (Apocalipsis 21:7).

Estos tuvieron una comunión personal con Jesucristo, el Salvador y el Señor de sus vidas. Fueron transformados por Su gracia en el tiempo de la salvación.

Amados hermanos y amigos, estamos viviendo los últimos momentos de la historia de este mundo. Pronto, muy pronto, seremos testigos de la llegada del reino de gloria y tendremos el privilegio de disfrutar de sus delicias eternas. Por eso “tenemos que aprovechar al máximo nuestras oportunidades presentes. No se nos dará otro tiempo de gracia en el cual prepararnos para el cielo. Esta es nuestra única y última oportunidad para formar caracteres que nos harán idóneos para el futuro hogar que el Señor ha preparado para todos los que son obedientes a sus mandamientos.”8

Mi sincero deseo es que permanezcamos unidos como vencedores. No podemos arriesgarnos a perder nuestra salvación. Que Dios nos asista y nos bendiga para que tú y yo podamos compartir el reino de gloria en el paraíso celestial. Amén.

Referencias:
1 El Deseado de Todas las Gentes, p. 199.
2 Ibíd., p. 201.
3 El Conflicto de los Siglos, p. 627.
4 The Faith I Live By, p. 185.
5 El Conflicto de los Siglos, pp. 655, 656.
6 Ibíd., pp. 656, 657.
7 Ibíd., p. 632.
8 Eventos de los Últimos Días, p. 240.