Domingo
29 de marzo
1. LA VERDADERA CONDICIÓN HUMANA
a. ¿Cómo describe la Palabra de Dios la condición espiritual de una persona no convertida? Efesios 2:1–3; Colosenses 2:13.
“Por naturaleza estamos enemistados con Dios”. —La Fe Por la Cual Vivo, pág. 89.
b. ¿Cuál es la condición de toda la humanidad? Romanos 3:10–18.
“El no poseer las gracias del Espíritu es triste en verdad; pero es una condición aún más terrible hallarnos así, destituidos de la espiritualidad y de Cristo, y sin embargo, tratar de justificarnos diciendo a aquellos que se alarman por nosotros que no necesitamos sus temores y compasión. ¡Terrible es el poder del engaño en la mente humana! ¡Qué ceguera la que pone la luz en lugar de las tinieblas y las tinieblas en lugar de la luz!”—Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 478.
“Debemos tener un conocimiento de nosotros mismos, un conocimiento que nos lleve a la contrición, antes de que podamos encontrar perdón y paz. Cristo puede salvar únicamente a aquel que reconoce ser un pecador. Debemos conocer nuestra verdadera condición, o no sentiremos nuestra necesidad de la ayuda de Cristo… Debemos comprender nuestro peligro, o no huiremos al refugio. Debemos sentir el dolor de nuestras heridas, o no desearemos la curación.”—Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 122.
Lunes
30 de marzo
2. LA NECESIDAD DEL PECADOR
a. ¿Qué importante verdad debiera recordarse, según la parábola del fariseo y el publicano? Lucas 18:10–14; Salmo 51:17.
“El publicano había ido al templo con otros adoradores, pero pronto se apartó de ellos, sintiéndose indigno de unirse en sus devociones. Estando en pie lejos, ‘no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que hería su pecho’ con amarga angustia y aborrecimiento propio. Sentía que había obrado contra Dios; que era pecador y sucio. No podía esperar misericordia, ni aun de los que lo rodeaban, porque lo miraban con desprecio. Sabía que no tenía ningún mérito que lo recomendara a Dios, y con una total desesperación clamaba: ‘Dios, sé propicio a mí pecador’ (Lucas 18:13). No se comparaba con los otros.”—Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 117.
“Cuando el pecador sea consciente de su condición desesperada, y sienta su necesidad del Salvador, acudirá con fe y esperanza al ‘Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo’ (Juan 1: 29). Cristo aceptará al alma que acude a Él verdaderamente arrepentida.”—Cada Día Con Dios, pág. 370.
b. ¿Por qué necesitamos un poder externo a nosotros para hacernos justos delante de Dios? Isaías 64:6; Job 14:4.
“Es imposible que escapemos por nosotros mismos del abismo del pecado en que estamos sumidos. Nuestro corazón es malo y no lo podemos cambiar. ‘¿Quién podrá sacar cosa limpia de inmunda? Ninguno’ (Job 14:4). ‘Por cuanto el ánimo carnal es enemistad contra Dios; pues no está sujeto a la ley de Dios, ni a la verdad lo puede estar’ (Romanos 8:7). La educación, la cultura, el ejercicio de la voluntad, el esfuerzo humano, todos tienen su propia esfera, pero para esto no tienen ningún poder. Pueden producir una corrección externa de la conducta, pero no pueden cambiar el corazón; no pueden purificar las fuentes de la vida. Debe haber un poder que obre en el interior, una vida nueva de lo alto, antes de que el hombre pueda convertirse del pecado a la santidad. Ese poder es Cristo. Solamente su gracia puede vivificar las facultades muertas del alma y atraerlas a Dios, a la santidad.”—El Camino a Cristo, pág. 8.
“La salvación es a través de Jesucristo, porque solo Él es nuestra justicia. Ojalá que todos dejáramos de mirar hacia nosotros mismos en busca de méritos. Debemos buscar en Jesucristo todo lo que necesitamos, y al cooperar con Él, seremos completos en Él.”—Manuscript Releases, tomo 10, pág. 11.
Martes
31 de marzo
3. TRISTEZA POR EL PECADO
a. ¿Qué exclama una persona cuando comprende su condición perdida? Romanos 7:24; Salmo 51:1–3. ¿Qué implica el verdadero arrepentimiento? 2 Corintios 7:10.
“El arrepentimiento comprende tristeza por el pecado y abandono del mismo. No renunciaremos al pecado a menos que veamos su pecaminosidad; mientras no lo repudiemos de corazón, no habrá cambio real en la vida.”—El Camino a Cristo, pág. 12.
“El arrepentimiento es uno de los primeros frutos de la gracia salvadora. El arrepentimiento incluye tristeza por el pecado y abandono del mismo. No renunciaremos al pecado hasta que veamos su pecaminosidad; hasta que lo apartemos del corazón, no habrá ningún cambio genuino en la vida. El arrepentimiento es el único proceso por medio del cual la pureza infinita refleja la imagen de Cristo sobre sus súbditos redimidos.”—The Signs of the Times, 28 de junio de 1905.
b. Cuando confesamos nuestros pecados y los abandonamos, ¿qué deberíamos esperar confiadamente? 1 Juan 1:9; Romanos 10:9.
“Las condiciones para obtener la misericordia son sencillas, justas y razonables. El Señor no requiere que hagamos alguna cosa penosa para que obtengamos el perdón del pecado. No es necesario que hagamos largos y fatigadores peregrinajes o dolorosas penitencias para encomendar nuestras almas al Dios del cielo o para expiar nuestra transgresión; pero el que confiesa su pecado y se aparta de él, hallará misericordia. Esta es una preciosa promesa dada al hombre caído para animarlo a confiar en el Dios de amor y a buscar la vida eterna en su reino.”—El Camino a Cristo, pág. 24.
“Cristo ha hecho toda provisión para que seamos fuertes. Nos ha dado su Espíritu Santo, cuyo oficio es recordarnos todas las promesas que Cristo ha hecho, para que tengamos paz y una dulce sensación de perdón. Si tan sólo mantenemos los ojos fijos en el Salvador y confiamos en su poder, seremos henchidos de una sensación de seguridad, pues la justicia de Cristo llegará a ser nuestra justicia.”—La maravillosa Gracia, pág. 259.
“Si crees la promesa, si crees que estás perdonado y limpiado, Dios suplirá el hecho; estás sano, tal como Cristo dio potencia al paralítico para andar cuando el hombre creyó que había sido sanado.”—El Camino a Cristo, pág. 34.
Miércoles
1 de abril
4. CONVERSIÓN
a. ¿Qué bondadosa invitación es extendida a cada ser humano que sienta necesidad de salvación? Isaías 1:18; 55:6, 7.
“En las cortes celestiales nuestro Salvador está de pie y extiende al mundo la bondadosa invitación: Venid, cansados, pobres, hambrientos; venid, cargados, agobiados, almas enfermas de pecado, venid.”—The Signs of the Times, 5 de agosto de 1875.
“A medida que el pecador reconoce su pecado, también es atraído por el amor y la santidad de Cristo; porque Jesús lo está atrayendo hacía sí mismo. . . El arrepentimiento nace en el corazón al contemplar el amor de Cristo, que dio su vida para salvar al pecador. Es el amor de Dios que ablanda los corazones más duros.”—The Review and Herald, 3 de septiembre de 1901.
“Cristo está pronto para libertarnos del pecado, pero no fuerza la voluntad; y si por la persistencia en el pecado la voluntad misma se inclina enteramente al mal y no deseamos ser libres, si no queremos aceptar su gracia, ¿qué más puede hacer?”—El Camino a Cristo, pág. 21.
b. ¿Qué peligro existe al postergar nuestro retorno al Señor? Hebreos 3:15; Amós 8:11, 12; Lucas 13:25–27.
“No insistiré sobre la brevedad e incertidumbre de la vida; pero hay un terrible peligro, un peligro que no se entiende suficientemente, en retardarse en ceder a la invitación del Espíritu Santo de Dios, en preferir vivir en el pecado, porque tal demora consiste realmente en eso. El pecado, por pequeño que se suponga, no puede consentirse sino a riesgo de una pérdida infinita. Lo que no venzamos nos vencerá y determinará nuestra destrucción.”—Ídem., pág. 31.
“Un hombre ve su peligro. Comprende que necesita un cambio de carácter, un cambio de corazón. Es conmovido; sus temores se despiertan. El Espíritu de Dios está obrando en él, y él trabaja por sí mismo con temor y temblor, tratando de hallar sus defectos de carácter y viendo qué puede hacer para llevar a cabo el cambio que su vida necesita. Humilla su corazón. Mediante confesión y arrepentimiento demuestra la sinceridad de su deseo de reforma. Confiesa sus pecados a Dios, y si ha perjudicado a alguien, confiesa el daño a aquel que ha perjudicado. Mientras Dios obra, el pecador, bajo la influencia del Espíritu Santo, desarrolla aquello que Dios está obrando en su mente y corazón. Procede en armonía con la obra del Espíritu, y su conversión es genuina.”—The Review and Herald, 7 de julio de 1904.
Jueves
2 de abril
5. NACIDO DE NUEVO
a. Relate la conversación de Jesús con Nicodemo. Juan 3:1–8. ¿Cuál fue el resultado de esa entrevista?
“Nicodemo recibió la lección [de que debía mirar y vivir] y se la llevó consigo. Escudriñó las Escrituras de una manera nueva, no para discutir una teoría, sino para recibir vida para el alma. Empezó a ver el reino de los cielos cuando se sometió a la dirección del Espíritu Santo.”—El Deseado de Todas las Gentes, pág. 147.
b. ¿Cuál es el verdadero significado de ser “nacidos de nuevo” del agua y del Espíritu? Juan 1:12, 13; 2 Corintios 5:17; 2 Pedro 1:3, 4.
“Los que son hechos nuevas criaturas en Cristo Jesús manifiestan los frutos del Espíritu: ‘amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza’ (Gálatas 5: 22, 23). Ya no se conforman por más tiempo con las concupiscencias anteriores, sino que por la fe del Hijo de Dios siguen sus pisadas, reflejan su carácter y se purifican a sí mismos así como Él es puro. Aman ahora las cosas que en un tiempo aborrecían y aborrecen las cosas que en otro tiempo amaban. El que era orgulloso y dominante, ahora es manso y humilde de corazón.”—El Camino a Cristo, pág. 40.
“Aquellos en quienes se produce una verdadera conversión manifestarán los frutos del Espíritu en su vida. Pluguiese a Dios que aquellos que tienen tan poca vida espiritual comprendieran que la vida eterna no puede otorgarse sino a quienes han llegado a ser participantes de la naturaleza divina, y han huido de la corrupción que reina en el mundo por la concupiscencia.”—Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 356.
Viernes
3 de abril
PREGUNTAS DE REPASO PERSONAL
a. ¿Por qué es deficiente la filosofía al promover precisamente lo “bueno” que hay en nosotros?
b. En la parábola, ¿por qué el publicano fue justificado y el fariseo no?
c. ¿Qué caracteriza al genuino arrepentimiento?
d. ¿Qué es la verdadera conversión?
e. ¿Qué cambios pueden verse en los que nacen de nuevo?