Domingo
19 de marzo
1. UNA PROMESA DE HERENCIA
a. ¿Qué herencia prometió Dios a Abrahán y su descendencia? Génesis 17:7, 8; 1 Crónicas 16:15–18; Romanos 4:13.
“La dádiva prometida a Abrahán y a su simiente incluía no sólo la tierra de Canaán, sino toda la tierra… Y la Sagrada Escritura enseña expresamente que las promesas hechas a Abrahán han de ser cumplidas mediante Cristo.”—Patriarcas y Profetas, pág. 167.
b. ¿De qué era un símbolo la tierra prometida terrenal de Canaán? Hebreos 11:8–10, 13–16; Apocalipsis 21:1–3.
“[Abrahán] oyó la voz de Dios diciéndole que no esperase la inmediata posesión de la tierra prometida, y anunciándole los sufrimientos que su posteridad tendría que soportar antes de tomar posesión de Canaán. Le fue revelado el plan de redención, en la muerte de Cristo, el gran sacrificio, y su venida en gloria. También vio Abrahán la tierra restaurada a su belleza edénica, que se le daría a él para siempre, como pleno y final cumplimiento de la promesa.”—Ídem., págs. 131, 132.
Lunes
20 de marzo
2. HEREDEROS DEL REINO
a. ¿Quién es el único verdadero heredero del reino de la promesa? Mateo 21:33–39; Gálatas 3:16; Hebreos 1:1, 2.
“Cristo era ‘a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.’ Él era ‘el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia.’ Y él ‘sustenta todas las cosas con la palabra de su poder’ (Hebreos 1:2, 3). Poseía la excelencia y la grandeza divinas. Agradó al Padre que en él habitase toda la plenitud. Y Cristo ‘no estimó el ser igual a Dios’ (Filipenses 2:6). Sin embargo, Jesús intercambió un trono de luz y gloria que tenía con su Padre, no deseando ser igual a Dios, mientras que el hombre estuviera perdido en pecado y miseria. Bajó desde el cielo a la tierra, revistiendo su divinidad con la humanidad, y llevando la maldición como fiador de la raza caída. No estaba obligado a hacer esto; pero decidió llevar los resultados de la transgresión del hombre a fin de que el hombre pudiera evitar la muerte eterna.”—The Signs of the Times, 20 de febrero de 1893.
b. ¿Cómo podemos llegar a ser coherederos con Cristo compartiendo su herencia? Romanos 4:13–17; Gálatas 3:26–29.
“Tan sólo los que han apreciado la gracia de Cristo, que los ha hecho herederos de Dios y coherederos con Jesús, se levantarán de la tumba llevando la imagen de su Redentor.”—Mensajes Selectos, tomo 1, pág. 303.
“El cumplimiento de la promesa de que seremos coherederos con el Señor radica en nuestra disposición a negarnos a nosotros mismos.”—Alza Tus Ojos, pág. 233.
c. Al declarar nuestra fe en Jesucristo en quien son hechas todas las promesas de Dios, ¿cómo nos llama él? Romanos 8:14–17; Gálatas 4:4–7.
“Los tesoros de la eternidad han sido confiados a la custodia de Jesucristo para darlos a quien le plazca. Pero cuán triste es que tantos, rápidamente, pierden de vista la preciosa gracia que les es ofrecida por fe en Cristo. El impartirá los tesoros celestiales a los que creen en él, acuden a él y moran en él.”—Mensajes Selectos, tomo 1, pág. 160.
Martes
21 de marzo
3. UN REINO ETERNO
a. Como hijos e hijas de Dios, mediante la fe, ¿qué clase de reino nos es prometido? Daniel 2:44; 7:27; 2 Pedro 1:11.
“Los propósitos del Señor para su pueblo siempre han sido los mismos. Él desea conceder a los hijos de los hombres la riqueza de una herencia eterna. Su reino es un reino eterno. Cuando aquellos que decidan convertirse en súbditos obedientes del Altísimo sean finalmente salvos en el reino de gloria, se habrá cumplido el propósito de Dios para la humanidad.”—The Review and Herald, 26 de diciembre de 1907.
b. ¿Hasta cuándo disfrutarán los creyentes de este reino eterno? Tito 3:7; 1 Juan 5:11–13.
“Esta vida es una escuela de formación, donde debemos ser transformados, refinados y hechos aptos para la sociedad de los santos en el reino de Dios, con quienes esperamos asociarnos a lo largo de los siglos de la eternidad.”—The Bible Echo, 29 de julio de 1895.
c. ¿Cómo sabemos que Dios quiere que todos compartan esta herencia? 2 Pedro 3:9; Ezequiel 18:32; Juan 3:16.
“El Señor no quiere que ninguno perezca. Sus misericordias son innumerables, y no abandonará su posesión adquirida, por la que dio su propia vida en rescate, para que llegue a ser juguete de las tentaciones de Satanás. Todo el Cielo es dado a los que creen en Jesucristo como su Salvador personal.”—Alza Tus Ojos, pág. 148.
“La Luz del mundo brilla sobre nosotros para que podamos absorber los rayos divinos y dejar que ésta luz brille sobre los demás en buenas obras, a fin de que muchas almas sean llevadas a glorificar a nuestro Padre que está en el cielo. Él es paciente, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento, y el corazón de Jesús es afligido porque muchos rechazan su oferta de misericordia y amor incomparable.”—Manuscript Releases, tomo 2, págs. 237, 238.
Miércoles
22 de marzo
4. RETENIENDO NUESTRA CONFIANZA
a. ¿Qué somos amonestados a retener? Hebreos 3:14; 10:23, 35, 36; Apocalipsis 3:11.
“En un momento pueden ser tomadas decisiones que determinen la condición de alguien para siempre… Pero recuerden, recuperar un momento cedido a la tentación y el descuido, puede tomar la labor de toda una vida…
“Los que ganen el cielo deberán aplicar sus más nobles esfuerzos y voluntad de trabajo con toda paciencia, para que puedan cosechar el fruto de sus labores. Hay una mano que abrirá ampliamente las puertas del paraíso a los que hayan pasado la prueba de la tentación y hayan mantenido una buena conciencia renunciando al mundo, a sus honores, a sus aplausos, por el amor de Cristo, confesando delante de los hombres y esperándole con toda paciencia que él los confiese delante de su Padre y de los santos ángeles.”—My Life Today, pág. 322.
b. Explique cómo a la mayoría de los hijos literales de Abrahán le fue negada una herencia. Números 13:25–33; 14:1; Hebreos 3:18, 19; Judas 5.
“Durante cuarenta años, la incredulidad, la murmuración y la rebelión impidieron la entrada del antiguo Israel en la tierra de Canaán. Los mismos pecados han demorado la entrada del moderno Israel en la Canaán celestial. En ninguno de los dos casos faltaron las promesas de Dios. La incredulidad, la mundanalidad, la falta de consagración y las contiendas entre el profeso pueblo de Dios nos han mantenido en este mundo de pecado y tristeza tantos años.”—El Evangelismo, pág. 505.
c. ¿Cuál debería ser la prioridad número uno en nuestra vida? Mateo 6:33; Lucas 12:31–34; Colosenses 3:1, 2.
“Esto significa que hay que apartar la vista de este mundo para dirigirla hacia lo que es eterno. Realizad vuestros esfuerzos más diligentes para obtener las cosas que Dios estima de valor y por las cuales Cristo dio su vida preciosa a fin de que vosotros podáis obtenerlas. Su sacrificio ha abierto de par en par las puertas del comercio celestial. Depositad vuestro tesoro junto al trono de Dios haciendo con el capital que os ha confiado la obra que él desea que se realice en la ganancia de almas al conocimiento de la verdad.”—Consejos Sobre Mayordomía Cristiana, págs. 237, 238.
Jueves
23 de marzo
5. EL REINO UNIDO DE DIOS
a. ¿Cuántos de los hijos de Abrahán estarán con él, alabando a Dios al entrar en su herencia? Hebreos 11:39, 40; 1 Tesalonicenses 4:16, 17; Isaías 66:23.
“No necesitamos desesperarnos cuando vemos que otros lucharon con desalientos semejantes a los nuestros, cayeron en tentaciones como nosotros, y sin embargo recobraron sus fuerzas y recibieron bendición de Dios. Las palabras de la inspiración consuelan y alientan al alma que yerra. Aunque los patriarcas y los apóstoles estuvieron sujetos a las flaquezas humanas, por la fe obtuvieron buen renombre, pelearon sus batallas con la fuerza del Señor y vencieron gloriosamente. Así también podemos nosotros confiar en la virtud del sacrificio expiatorio y ser vencedores en el nombre de Jesús.”—Testimonios para la Iglesia, tomo 4, pág. 19.
b. ¿Qué hará cada creyente salvado cuando contemple cara a cara a Jesucristo como el Salvador? Filipenses 2:9–11; Apocalipsis 7:9, 10. ¿Qué hará entonces Jesús? 1 Corintios 15:24–28.
“Todos [los redimidos] se unirán para alabar al que murió para que los seres humanos pudiesen tener la vida que se mide con la de Dios. El conflicto terminó. La tribulación y la lucha están en el pasado. Himnos de victoria llenan todo el cielo al elevar los redimidos el gozoso cántico: Digno, digno es el Cordero que fue muerto, y que vive nuevamente como conquistador triunfante.”—Los Hechos de los Apóstoles, pág. 481.
Viernes
24 de marzo
PREGUNTAS DE REPASO PERSONAL
1. ¿Qué clase de tierra buscaba Abrahán?
2. ¿Cómo únicamente podemos ser partícipes de la herencia de Abrahán?
3. ¿Cuál es el anhelo de Dios para cada uno en este mundo?
4. ¿Cómo podemos mantener firme nuestra confianza hasta el final?
5. ¿Qué clases de cánticos entonarán juntos los redimidos en el coro celestial?