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Sabbath Bible Lessons

Parábolas del Gran Maestro

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Lección 5 Sábado, 5 de mayo de 2018

El Publicano y el Fariseo

“Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10:12).

“No hay nada que ofenda tanto a Dios, o que sea tan peligroso para el alma humana, como el orgullo y la suficiencia propia. De todos los pecados es el más desesperado, el más incurable.”—Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 119.

Lectura adicional:   Palabras de Vida del Gran Maestro, págs. 116–127. 

Domingo 29 de abril

1. ADORANDO EN EL TEMPLO

a. ¿Cuál fue el propósito de Jesús al dar la parábola de los dos adoradores? Lucas 18:9.

“Debemos tener un conocimiento de nosotros mismos, un conocimiento que nos lleve a la contrición, antes de que podamos encontrar perdón y paz... Cristo puede salvar únicamente al que reconoce que es pecador... Debemos conocer nuestra verdadera condición, pues de lo contrario no sentiremos nuestra necesidad de la ayuda de Cristo. Debemos comprender nuestro peligro, pues si no lo hacemos, no huiremos al refugio. Debemos sentir el dolor de nuestras heridas, o no desearemos curación.”—Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 122.

b. Describa a los dos hombres mencionados en la parábola. Lucas 18:10–13.

“El fariseo y el publicano representan las dos grandes clases en que se dividen los que adoran a Dios. Sus dos primeros representantes son los dos primeros niños que nacieron en el mundo. Caín se creía justo, y sólo presentó a Dios una ofrenda de agradecimiento. No hizo ninguna confesión de pecado, y no reconoció ninguna necesidad de misericordia. Abel, en cambio, se presentó con la sangre que simbolizaba al Cordero de Dios. Lo hizo en calidad de pecador, confesando que estaba perdido; su única esperanza era el amor inmerecido de Dios.”—Ídem., págs. 117, 118.


Lunes 30 de abril

2. LA VISIÓN DE DIOS ACERCA DE LA SITUACIÓN

a. ¿Cuál fue la conclusión de Jesús sobre los dos hombres que fueron a adorar en el templo? Lucas 18:14 (primera parte).

“Para ser justificado, el pecador debe tener esa fe que se apropia de los méritos de Cristo para su propia alma. Leemos que los demonios ‘creen y tiemblan’ (Santiago 2:19), pero su creencia no les proporciona justificación, ni tampoco la creencia de los que asienten en forma meramente intelectual a las verdades de la Biblia recibirán los beneficios de la salvación. Esa creencia no alcanza el punto vital, porque la verdad no compromete el corazón ni transforma el carácter.”—Mensajes Selectos, tomo 3, pág. 218.

b. ¿Qué no pudo ver el fariseo acerca de sí mismo? Romanos 3:10–12; ¿Cómo podemos cometer el mismo error?

“El fariseo sube al templo a adorar, no porque sienta que es un pecador que necesita perdón, sino porque se cree justo, y espera ganar alabanzas. Considera su culto como un acto de mérito que lo recomendará a Dios.”—Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 116.

“Muchos están engañados acerca de la condición de su corazón. No comprenden que el corazón natural es engañoso más que todas las cosas y desesperadamente impío. Se envuelven con su propia justicia y están satisfechos con alcanzar su propia norma humana de carácter. Sin embargo, cuán fatalmente fracasan cuando no alcanzan la norma divina y, por sí mismos, no pueden hacer frente a los requerimientos de Dios.”—Mensajes Selectos, tomo 1, pág. 376.

c. ¿Qué principio general nos enseña Jesús mediante esta parábola? Lucas 18:14 (segunda parte); 1 Pedro 5:6; Santiago 4:10.

“Humíllense, hermanos. Si lo hacen, es posible que los santos ángeles se comuniquen con ustedes, y los coloquen en terreno ventajoso. Entonces su experiencia, en lugar de ser defectuosa, rebosará de felicidad.”—Cada Día con Dios, pág. 35.

“Dios no concede perdón a aquel cuyo arrepentimiento no produce humildad.”—Comentario Bíblico ASD [Comentarios de E. G. de White], tomo 7, pág. 950.


Martes 1 de mayo

3. TENIENDO LA ACTITUD DEL PUBLICANO

a. ¿Cómo ve Dios la actitud del publicano? Salmo 51:17; 102:17.

“El ayuno o la oración motivada por un espíritu de justificación propia, es abominación a Dios. La solemne asamblea para adorar, la repetición de ceremonias religiosas, la humillación externa, el sacrificio imponente, proclaman que el que hace esas cosas se considera justo, con derecho al cielo, pero es todo un engaño. Nuestras propias obras no pueden nunca comprar la salvación...

“El hombre debe despojarse de sí mismo antes que pueda ser, en el sentido más pleno, creyente en Jesús. Entonces el Señor puede hacer del hombre una nueva criatura.”—El Deseado de Todas las Gentes, págs. 246, 247.

b. ¿Qué experiencia necesitamos, a semejanza del publicano, para obtener el perdón y la paz? 1 Juan 1:9; Jeremías 3:13.

“No sólo al comienzo de la vida cristiana ha de hacerse esta renuncia al yo. Ha de renovársela a cada paso que se dé hacia el cielo. Todas nuestras buenas obras dependen de un poder que está fuera de nosotros. Por lo tanto, debe haber un continuo anhelo del corazón en pos de Dios, y una continua y ferviente confesión de los pecados que quebrante el corazón y humille el alma delante de él. Únicamente podemos caminar con seguridad mediante una constante renuncia al yo y dependencia de Cristo.”—Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 124.

c. ¿Qué diferencia había en la oración del publicano? Jeremías 29:12, 13.

“Hay dos clases de oración: la que es una fórmula y la oración de fe. La repetición de frases establecidas, y habituales cuando el corazón no siente necesidad de Dios, es una oración de forma… Debemos tener sumo cuidado para que nuestras oraciones expresen los deseos del corazón y lo que realmente queremos decir. Todas las palabras rebuscadas que están a nuestro alcance no equivalen a un solo deseo santo. Las oraciones más elocuentes son vanas repeticiones si no expresan los sentimientos del corazón. Pero la oración que nace del corazón ferviente, (cuando expresamos nuestros sencillos anhelos tal como pediríamos un favor a un amigo terrenal, esperando que nos fuera concedido) esa es la oración de fe.”—Mi Vida Hoy, pág. 19.


Miércoles 2 de mayo

4. EVITANDO LOS ERRORES DEL FARISEO

a. ¿Cuál es el peligro para los que no reconocen que son pecadores? Apocalipsis 3:16, 17; Lucas 5:31, 32.

“El que cae en alguno de los pecados grandes puede avergonzarse y sentir su pobreza y necesidad de la gracia de Cristo; pero el orgullo no siente ninguna necesidad y así cierra el corazón a Cristo y a las infinitas bendiciones que él vino a derramar.”—El Camino a Cristo, pág. 29.

“Estoy encargada de decir ahora a nuestros hermanos: Humillaos y confesad vuestros pecados, de lo contrario Dios os humillará. El mensaje a la iglesia de Laodicea llega para todos los que no lo aplican a sí mismos.”—Counsels to Writers and Editors, pág. 99.

b. ¿Qué es lo que a menudo va de la mano con esta clase de orgullo espiritual? Salmo 12:3. ¿Qué peligro existe aquí? Proverbios 26:28 (última parte); 29:5.

“Debemos evitar todo lo que estimule el orgullo y la suficiencia propia; por lo tanto, debemos estar apercibidos para no dar ni recibir lisonjas o alabanzas. La adulación es obra de Satanás. Él se ocupa tanto en adular como en acusar y condenar, y así procura la ruina del alma. Los que alaban a los hombres son usados como agentes por Satanás. Alejen de sí las palabras de alabanza los obreros de Cristo. Sea ocultado el yo. Sólo Cristo debe ser exaltado.”—Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 126.

c. Aunque alguna vez fue un orgulloso líder de Israel, ¿cómo cambió la experiencia de Pablo? Filipenses 3:6–9; Romanos 7:9; Gálatas 6:14.

“Juzgado por la letra de la ley como los hombres la aplican a la vida externa, [Pablo] se había abstenido de pecado; pero cuando miró en la profundidad de sus santos preceptos y se vio como Dios lo veía, se humilló profundamente y confesó su maldad.”—El Camino a Cristo, pág. 28.

“Cuanto más nos acerquemos a Jesús, tanto más claramente veremos la pureza y grandeza de su carácter, y menos inclinados nos sentiremos a exaltar al yo. El contraste entre nuestros caracteres y el suyo conducirá a la humillación del alma y a un profundo escudriñamiento del corazón. Cuanto más amemos a Jesús, más cabalmente nos humillaremos y nos olvidaremos del yo.”—Alza Tus Ojos, pág. 44.


Jueves 3 de mayo

5. PRACTICANDO LA HUMILDAD EN NUESTRA VIDA

a. ¿Cómo Jesús mostró humildad en su propia vida? Filipenses 2:5–11.

“El Hijo de Dios se humilló para convertirse en el siervo del Señor. Se sometió a la bajeza y al sacrificio, incluso a la muerte, para dar libertad y vida, y un lugar en su reino a los que creyeran en él. Dio su vida en rescate por muchos. Esto debiera bastar para que se avergonzaran de su conducta todos los que continuamente están tratando de ocupar el primer lugar y luchan siempre por la supremacía.”—Cada Día con Dios, pág. 354.

b. Entonces, ¿qué requiere Cristo de nosotros? Lucas 9:23. ¿Qué bendiciones son prometidas al humilde? Lucas 18:14 (segunda parte); 1 Pedro 5:6; Santiago 4:10.

“Los que creen en Cristo y caminan humildemente con él... y tratan de ver qué pueden hacer para ayudar, bendecir y fortalecer las almas de los demás, colaboran con los ángeles que sirven a los herederos de la salvación. Jesús les da gracia, sabiduría y justicia, y los convierte en bendición para todos aquellos con quienes se relacionan. Mientras más humildes son en su propia opinión, más bendiciones reciben de Dios, porque éstas no los exaltan. Usan correctamente sus bendiciones, porque las reciben para impartirlas.

“Los ángeles servidores reciben instrucción procedente del trono de Dios para colaborar con los instrumentos humanos. Reciben la gracia de Cristo para impartirla a los hombres.”—Ídem.


Viernes 4 de mayo

PREGUNTAS DE REPASO PERSONAL

1. ¿Por qué Cristo sólo puede salvar a los que reconocen que son pecadores?

2. ¿Por qué vas a la iglesia?

3. ¿Cómo debemos orar?

4. ¿Cómo podemos vencer el orgullo espiritual?

5. ¿Por qué Dios confía sus bendiciones a los humildes?

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