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Sabbath Bible Lessons

Parábolas del Gran Maestro

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Lección 7 Sábado, 19 de mayo de 2018

La Higuera

“Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13:5).

“El Señor no quiere que ningún hombre perezca, sino que todos vengan a él y sean salvos. Pero en lugar de que su amorosa bondad suavice y subyugue el alma, muchos que son el objeto de su amor y misericordia se animan a la más obstinada resistencia. ¡Oh, si los hombres recordaran que hay un límite para la paciencia de Dios!”—The Review and Herald, 7 de diciembre de 1897.

Lectura adicional:   Palabras de Vida del Gran Maestro, págs. 167–172. 

Domingo 13 de mayo

1. UN MOTIVO PARA UNA PARÁBOLA

a. ¿Qué evento, que había sucedido recientemente en Jerusalén, fue un motivo para la presentación de la parábola de la higuera? Lucas 13:1.

“Algunas de las medidas de Poncio Pilato, el gobernador de Judea, habían ofendido al pueblo. Había habido un tumulto popular en Jerusalén, y Pilato había tratado de reprimirlo por la violencia. En cierta ocasión sus soldados habían hasta invadido lo recintos del templo, y quitado la vida a algunos peregrinos galileos en el mismo acto de degollar sus sacrificios.”—Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 167.

b. ¿Qué demuestra que los judíos consideraban las desgracias como un castigo por el pecado? Lucas 13:2, 4.

“Los judíos consideraban la calamidad como un juicio que venía a consecuencia del pecado del que lo sufría, y aquellos que relataron este acto de violencia, lo hicieron con secreta satisfacción. A su parecer, su propia buena fortuna comprobaba que ellos eran mucho mejores, y por lo tanto, más favorecidos por Dios que aquellos galileos.”—Ídem., págs. 167, 168.


Lunes 14 de mayo

2. UNA ADVERTENCIA Y UNA SÚPLICA

a. ¿Qué advertencia y súplica hizo Jesús en relación con su respuesta? Lucas 13:3–5.

“Mientras Jesús hablaba con sus discípulos y con la multitud, miró hacia lo futuro con mirada profética, y vio a Jerusalén cercada de ejércitos. Oyó la marcha de los extranjeros que avanzaban contra la ciudad escogida, y vio los millares y más millares que perecían en el sitio. Muchos de los judíos fueron, a semejanza de aquellos galileos, muertos en los atrios del templo en el mismo acto de ofrecer sus sacrificios. Las calamidades que habían caído sobre los individuos eran amonestaciones de Dios dirigidas a una nación igualmente culpable. ‘Si no os arrepintierais —dijo Jesús—, todos pereceréis igualmente’ (Lucas 13:5). Por un corto tiempo, el día de gracia se prolongaba para ellos. Todavía era tiempo de conocer las cosas que atañían a su paz.”—Palabras de Vida del Gran Maestro, págs. 168, 169.

b. En sus enseñanzas, ¿qué vinculó Jesús con la advertencia del juicio? Lucas 9:56; Juan 3:17.

“Cuando Cristo enseñaba, unía la invitación misericordiosa a la amonestación referente al juicio.”—Ídem., pág. 167.

c. ¿Qué súplica nos hace Dios hoy? Ezequiel 18:31; 33:11.

“La regeneración es la única senda por medio de la cual podemos llegar a la ciudad santa. Es angosta, y estrecha la puerta de entrada, pero por ella debemos guiar a hombres, mujeres y niños, enseñándoles que para ser salvos deben tener un nuevo corazón y un nuevo espíritu. Los antiguos rasgos de carácter hereditarios deben ser vencidos. Los deseos naturales del alma deben cambiar. Se debe renunciar a todo engaño, toda falsificación y toda maledicencia. Hay que vivir una vida nueva, que hace de hombres y mujeres seres semejantes a Cristo. Debemos nadar, por así decirlo, contra la corriente del mal.”—Cada Día con Dios, pág. 108.

“El Señor procura salvar, no destruir. Se deleita en rescatar a los pecadores. ‘Vivo yo, dice el Señor Jehová, que no quiero la muerte del impío’ (Ezequiel 33:11). Mediante amonestaciones y súplicas, ruega a los extraviados que cesen de obrar mal, para retornar a él y vivir.”—Profetas y Reyes, pág. 76.


Martes 15 de mayo

3. UN ÁRBOL SIMBÓLICO

a. Para confirmar su amonestación y súplica, ¿qué parábola relató Jesús a sus oyentes? Lucas 13:6, 7. ¿En qué sentido la higuera infructífera era una representación adecuada de la nación judía? Oseas 10:1.

“La gente que vivía en los días de Cristo hacía mayor ostentación de piedad que la que hacían los judíos de los primeros tiempos, pero estaba todavía más destituida de las dulces gracias del Espíritu de Dios...

“Dios en su Hijo había estado buscando fruto y no lo había encontrado. Israel era un estorbo en la tierra. Su misma existencia era una maldición; pues ocupaba en la viña el lugar que podía haber servido para un árbol fructífero. Despojaba al mundo de las bendiciones que Dios se proponía darle. Los israelitas habían representado mal a Dios entre las naciones. No eran meramente inútiles, sino un obstáculo decidido. En gran medida su religión descarriaba a la gente, y obraba la ruina en vez de la salvación.”—Palabras de Vida del Gran Maestro, págs. 169, 170.

b. ¿Qué demuestra que la culpa de su fracaso estaba a sus propias puertas? Hechos 7:51–53.

c. ¿Cómo podemos ser semejantes a la higuera infructífera? Juan 15:4, 5.

“Como la higuera pretenciosa, podemos estar cubiertos de hojas, pero carecer de frutos. Aunque sabemos que la verdad que sostenemos es tan firme como las colinas eternas, ¿cuántos de nosotros estamos listos para establecernos en la teoría de esa verdad, a menos que tengamos evidencias de que Cristo está en ella y ella en Cristo? Muchos se contentan con pasar todos los días sin experimentar su influencia santificadora en el corazón, la cual lleva a las buenas obras...

“No sólo debemos apoderarnos de la verdad, sino dejar que ella se apodere de nosotros; y que así la verdad esté en nosotros y nosotros en la verdad. Y si este es el caso, nuestras vidas y caracteres revelarán el hecho que la verdad está llevando a cabo algo en nosotros; que nos está santificando y dando una aptitud moral para la sociedad de los ángeles celestiales en el reino de gloria. La verdad que sostenemos es del cielo; y cuando esa religión encuentra un lugar en el corazón, comienza su obra de refinación y purificación.”—The Signs of the Times, 9 de mayo de 1878.


Miércoles 16 de mayo

4. UN PERÍODO DE PRUEBA ADICIONAL

a. ¿Cómo el cuidador de la viña le suplicó al dueño? Lucas 13:8.

b. ¿Qué paralelo puede ser trazado entre los días anteriores a la destrucción de Jerusalén y los días antes del fin de la historia humana? 2 Pedro 3:9, 10.

“¡Oh, la preciosa longanimidad de nuestro misericordioso Salvador! ¡Oh, que cada uno de los queridos jóvenes aprecie el valor del alma que ha sido adquirida a precio infinito en el Calvario! ¡Oh, que cada cual aprecie adecuadamente las facultades que les ha confiado Dios! Por medio de Cristo podréis ascender la escalera del progreso, y poner toda facultad bajo el dominio de Jesús... En espíritu, pensamiento, palabra y acto, podéis poner de manifiesto que estáis impulsados por el Espíritu de Cristo, y vuestra vida ejercerá una poderosa influencia sobre los demás.”—Hijos e Hijas de Dios, pág. 120.

“Vivimos en un período de la historia del mundo demasiado solemne para ser descuidados y negligentes... Debemos orar, creer y obedecer. Con nuestra propia fuerza nada podemos hacer; pero con la gracia de Jesucristo, podemos emplear nuestras facultades de tal modo que produzcan el mayor bien en nuestra propia vida, y la mayor bendición en la vida de los demás. Al aferrarnos de Jesús, haremos diligentemente las obras de Cristo y finalmente recibiremos la recompensa eterna.”—Sons and Daughters of God, pág. 118.

c. En conclusión, ¿cómo demostró Jesús que ellos mismos como nación tenían que decidir su propio destino? Lucas 13:9.

“Jesús no habló en la parábola acerca del resultado de la obra del viñero. Su parábola terminó en ese punto. El desenlace dependía de la generación que había oído sus palabras. A los hombres de esa generación se les dio la solemne amonestación: ‘Si no, la cortarás después.’ De ellos dependía el que las palabras irrevocables fuesen pronunciadas. El día de la ira estaba cercano. Con las calamidades que ya habían caído sobre Israel, el dueño de la viña los había amonestado misericordiosamente acerca de la destrucción del árbol infructífero.”—Palabras de Vida del Gran Maestro, págs. 170, 171.


Jueves 17 de mayo

5. UNA ADVERTENCIA PARA NOSOTROS HOY

a. ¿Qué advertencia deben los creyentes en el triple mensaje obtener de esta parábola? ¿Qué esfuerzo hace todavía el Señor en nuestro favor? Isaías 27:2–4; Oseas 11:8 (primera parte).

“La amonestación resuena a través del tiempo hasta esta generación. ¿Eres tú, oh corazón descuidado, un árbol infructífero en la viña del Señor? ¿Se dirán respecto a ti antes de mucho las palabras de juicio? ¿Por cuánto tiempo has recibido sus dones? ¿Por cuánto tiempo ha velado y esperado él una retribución de amor? Plantado en su viña, bajo el cuidado especial del jardinero, ¡qué privilegios son los tuyos! ¡Cuán a menudo ha conmovido tu corazón el tierno mensaje del Evangelio! Has tomado el nombre de Cristo; en lo exterior eres un miembro de la iglesia, que es su cuerpo, y sin embargo eres consciente de que no tienes ninguna conexión vital con el gran corazón de amor. La corriente de su vida no fluye a través de ti. Las dulces gracias de su carácter, ‘los frutos del Espíritu’, no se ven en tu vida.”—Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 171.

b. ¿Qué sentencia debe ser finalmente dictada sobre los que no responden al cuidado y al trabajo de Dios por ellos? Oseas 4:17; Apocalipsis 3:16.

“El corazón que no responde a los agentes divinos, llega a endurecerse hasta que no es más susceptible a la influencia del Espíritu Santo. Es entonces cuando se pronuncia la palabra: ‘Córtala, ¿por qué ocupará aún la tierra?’ (Lucas 13:7).”—Ídem., pág. 172.


Viernes 18 de mayo

PREGUNTAS DE REPASO PERSONAL

1. ¿Por qué los judíos hablaron de la calamidad con secreta satisfacción?

2. ¿Cómo debemos cambiar a fin de ser árboles regenerados y fructíferos en el huerto de Dios?

3. Cuando dejamos de producir frutos en nuestra vida, ¿cómo afecta esto al mundo que nos rodea? ¿Cómo se refleja esto en nuestra religión?

4. ¿Cómo la manera en que usamos las facultades dadas por Dios afectan a los frutos que producimos en nuestra vida?

5. Aunque seamos miembros de la iglesia, ¿cómo podemos ser un árbol infructífero en la viña del Señor?

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